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En memoria de Tony Wilson

La BBC y otros medios británicos recopilan el “enorme legado musical” de Tony Wilson, el fundador de la discográfica Factory, que ha fallecido a los 57 años de un cáncer renal. Pero todo eso es predicar para convencidos: me parece difícil explicar a alguien que no esté al tanto de estas cosas por qué es importante alguien que no formó parte de ninguna banda, por mucho que -les resumo el artículo enlazado al principio- llevase el punk a las masas con su programa de televisión, promoviese el sello Factory y el club Haçienda (caldo de cultivo de lo que se llamó Madchester, aquella oleada de pop-punk bailable que encabezaron Happy Mondays) y fuese un pionero de las descargas legales a través de Internet. Para la mayoría de la gente, quizá Wilson no haya sido importante en absoluto, pero para algunos resulta crucial, ya que sin él seguramente no habría existido gran parte de la música maravillosa que salió de Manchester entre comienzos de los 80 y comienzos de los 90.

A mí, desde luego, me importó lo suficiente como para tragarme en inglés 24 Hour Party People, el libro de memorias noveladas que escribió basándose en el guión -ajeno- de la película homónima, porque si algo nunca le faltó fue una buena cara dura. En él repasa los momentos cruciales y las grandes anécdotas del rock mancuniano, con perdón por el gentilicio guay: el concierto de Sex Pistols al que sólo acudieron 42 espectadores, de quienes después saldrían Joy Division y New Order, The Smiths y… Simply Red; el legendario modelo de no contrato de Factory Records, firmado en sangre, que establecía que “los músicos lo poseen todo y la compañía no posee nada”, o el suicidio de Ian Curtis. Una de mis historias favoritas, muy reveladora sobre el funcionamiento de Factory, es la de la carpeta para Blue Monday, el maxi de New Order. El diseño era tan original, tan caro de producir, que el sello perdía tres peniques y medio por cada copia vendida. Y Wilson cuenta en el libro que, en su momento, argumentó: “Primero, es una cuestión de belleza, y segundo, no vamos a vender ninguno. New Order todavía son un grupo underground y esto es un maxi, por amor de Dios, no un sencillo pop. Es una cosa rara, como un formato de remezcla dub. ¿Cuántos vamos a vender?”. Por supuesto, Blue Monday se convirtió en el maxi más vendido de la historia del Reino Unido, porque, como decía Wilson, “no se puede detener a las grandes canciones”. Aquí la tienen, háganla sonar en su honor.

Por Carlos Benito

Sobre el autor

Periodista de El Correo. Nací en Logroño, estudié en Pamplona, vivo y trabajo en Bilbao.


agosto 2007
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