Viendo por dónde van los tiros musicales en la Aste Nagusia de este año, no confiaba en que el Ayuntamiento de Bilbao me diese ninguna sorpresa con el sustituto de Chayanne, el único hueco que quedaba en el programa. Me imaginaba algún latinismo de tercera o de cuarta, una zambullida similar a aquella suplencia de Don Omar con una Lorna falsa, pero me han demostrado que basta no esperar para que se te dé. Al final, el escenario de Botica Vieja será ocupado el sábado 18 por los Pogues, la banda angloirlandesa que hermanó el folk irlandés con el punk de los Clash. Y al frente estará, claro, Shane MacGowan, un tipo del que se suelen destacar rasgos extramusicales -¿nunca han hablado con los colegas sobre sus disparatados dientes o su ingesta de alcohol?-, pero que es capaz de escribir canciones bellísimas y tan perfectas que parecen tradicionales, es decir, obra de generaciones y no de un solo individuo irremediablemente borracho. Me cuentan que, en el Azkena Rock Festival de hace dos años, la afición de Shane a la botella fue ya más penosa que divertida, pero los vídeos de su gira americana de este año lo muestran relativamente presentable. A ver si no se bebe ríos de txakoli antes de actuar en Bilbao, porque me gustaría emocionarme en directo con canciones que siempre me han emocionado en disco, como A Pair Of Brown Eyes, Dirty Old Town o, claro, Fairytale Of New York, y bailar Sally MacLennane o If I Should Fall From Grace With God sin miedo a que el hombre se nos caiga, no ya de la gracia de Dios, sino del escenario.