A veces, nuestro pasado se nos pone de golpe ante los ojos y nos espanta. Y, si ese pasado son los 80, el horror puede alcanzar cotas casi letales, hasta hacernos romper las relaciones diplomáticas con aquel que fuimos. Reflexiones como éstas me han amargado hoy el desayuno -café con leche y bocatita de pechuga […]