Dos géneros que habían evolucionado de forma independiente, los juegos de rol y los de acción, convergieron de repente en un híbrido rompedor, el ‘Diablo’ de Blizzard y sus imitaciones, cuya más reciente muestra es ‘Titan Quest’. Representante de un linaje de juego bastardo y de regusto ‘retro’, donde se intuye la mano del diseñador Brian Sullivan (‘Age of Empires’), la mecánica de combate de ‘Titan Quest’ se basa en el castigo del botón izquierdo del ratón, y ocasionalmente, el del teclado para ingerir pociones, lanzar conjuros y utilizar los ataques especiales, innecesarios mientras no se chasque el túnel carpiano.
Una Grecia más falsa (pero menos hormonada) que el tebeo ‘300’ sirve de escenario para las andanzas de nuestro héroe, que avanza como el huno Atila, aliviando a cientos de monstruos y alimañas de variado pelaje de los rigores de la existencia. Iron Lore ha pergeñado un juego directo y adictivo, correcto en el aspecto gráfico y con una sonorización envolvente. Tan fácil de disfrutar que uno acaba echando en falta algo. ¿Esto es matar y ya está? ¿Falta historia, faltan diálogos, faltan enemigos? ¿Qué nos estamos perdiendo? ¿Honramos a nuestros antepasados jugadores gozando de este festival de la destrucción titulado ‘Titan Quest’? Reseñas, críticas y opiniones favorables sobre el juego comparten este sentimiento de culpa, que no se percibe respecto a géneros auténticamente descerebrados (carreras de coches, lo siento). Es cosa de psicología.