Juro que tenía la intención de escribir sobre algún disco nuevo, para no dar la impresión de que esto se ha convertido en el Museo de los Grandes Clásicos con su sala anexa de Excentricidades Inescuchables. Tenía varios pensados: que si el de Sister Vanilla (ya saben, los Jesus & Mary Chain con su hermanita pequeña), que si el de Milenasong, que si la selección dub del guitarrista de Radiohead… Pero todos mis buenos propósitos se han desbaratado como un castillo de cartas en un huracán, porque este jueves quiero bajar a Santana 27 para ver a los Undertones y se me ha ocurrido repasar su primer álbum, lo que podríamos llamar su DISCO, que ciertamente sigue siendo capaz de barrer de un soplo a cualquier competidor. Vamos, que ya no me veo capaz de escuchar otra cosa. Es lo que tiene el rock: uno puede echarle toda la ambición, la originalidad y la técnica del mundo y perder frente a alguien que carece de las tres cosas pero anda sobrado de frescura. Los Undertones, aunque quizá no fuesen músicos monumentales, escribían portentosos himnos adolescentes de dos minutos (ocho canciones del disco se quedan en el minuto y pico) que han quedado para la posteridad como punk, pero entroncan con los estribillos sesenteros y con T-Rex. O sea, como unos Ramones norirlandeses, pero… ¿quizá aún mejores?
Bueno, la pregunta era sólo para despertarles, porque afortunadamente no hay que elegir. Supongo que casi todos poseen esta obra maestra del pop urgente, pero abran un paréntesis de cinco minutos en su vida adulta o semiadulta para recuperar, al menos, ‘Teenage Kicks’, ‘Here Comes The Summer’, ‘Jimmy Jimmy’ y ‘Get Over You’. Ah, el vocalista original (Feargal Sharkey, me encantan su nombre y su cara de personaje de David Lynch) no ha querido ajuntarse, pero se las arreglan así de bien sin él.