El otro día hablaba de esas actuaciones en las que un grupo toca íntegro uno de sus álbumes. Pues bien, ahora mismo vengo de un concierto que ojalá hubiese sido así. Atención, pregunta: ¿no podrían Los Ronaldos limitarse a interpretar su elepé de debut, de hace ahora veinte años? Les aseguro que no soy fanático de aquel disco, que de hecho es el único vinilo que he vendido en toda mi vida (por insistencia del afortunado comprador, que fue este señor que escribe aquí), pero lo prefiero a todo lo demás que he oído hoy, es decir, al 75% del repertorio. ¿Cómo se puede prescindir de ‘Me gustan las cerezas’ y seleccionar ‘Idiota’? Parafraseando aquel anuncio de Crowded House, hoy he descubierto que odio más canciones de Los Ronaldos de las que creía.

Eso sí, les confesaré una cosa. Muchos van a este tipo de conciertos a rejuvenecerse, pero yo he vuelto un poco más viejo. En determinado momento, Coque Malla (un tipo que, diablos, está hecho un chaval) ha preguntado a los espectadores qué canción querían escuchar. Y, mal rayo le parta, la muchedumbre no ha pedido la arrolladora ‘Sí, sí’, que todavía no la habían tocado, ni tampoco ‘Si os vais’. La gente se ha puesto a clamar por ‘El guru’, como si esa nadería fuese el gran clásico ronaldero. Vale, es sólo de un año después, pero les juro que me he sentido abandonado por mis supuestos coetáneos, más viejo aún que los viejos.