Con los blogs pasa un poco como con los hijos. Los padres recientes, sobre todo los primerizos, tienen la costumbre de relatar a sus amistades cualquier avance de sus retoños como si fuese una auténtica revolución en el orden cósmico, sin darse cuenta de que esos mínimos acontecimientos domésticos suceden millones de veces al año en millones de hogares: que si el dientecito, que si la palabrita, que si los pasitos, que si la papillita… Los autores de blogs se han dado prisa en dar forma a su propia tradición de eventos internos, entre los que ocupa un lugar destacado el descubrimiento fascinado de las estadísticas. Pues bien, no vamos a ser menos que otros, porque no queremos convertirnos en padres desnaturalizados.

Yo, hasta hace un mes, no tenía acceso a ninguna estadística de este blog. Vivía en la feliz ignorancia, sin saber que me estaba perdiendo una fuente continua de gozo y sorpresas. Lo que más me gusta, claro, es comprobar qué han introducido los internautas en un buscador para acabar en este pequeño rincón de la red, leyendo contenidos que seguramente no se corresponden con lo que necesitaban. Y bien, la primera constatación podría abatirnos, pero más bien nos mueve al regocijo: aproximadamente la tercera parte de quienes llegan por esa vía quieren saber algo del mito evadido F.R. David. A otro 10% o así le sale nuestro blog porque su búsqueda coincide con algo que han aportado los lectores en el famoso minipost del punk (les invito a leer los comentarios, desoladora muestra de la senda que sigue nuestra civilización). Pero, por supuesto, lo más divertido son las búsquedas inesperadas: los que necesitan su sustento guarrillo (les copio textualmente: «orgías japonesas gratis», «fotos del pene de Channing Tatum», «vídeos como copulan los animales»), los que persiguen empresas desconcertantes («libros de asquerosidades que enseñan a los chicos», «el moñigo más grande del mundo», «clases de ropa que usa Avril Lavigne diariamente») o simplemente los eternos desorientados, entre los que mi favorito es «grupo noruego Abba». Creo que todos se marcharon frustrados, así que, para compensar al menos a uno, ilustro estas líneas con Avril Lavigne vestida de diario.