Vengo de pasar unos días en Londres y he intentado contenerme para no someterles a la habitual retahíla anglófila, pero no quiero reventar y acabaré diciendo las mismas tonterías de siempre. Sorry, por usar la palabra que más se escucha en aquellos soleados parajes. No les daré mucho la chapa, pero me ha vuelto a fascinar la presencia del rock, el pop y sus derivados culturales en los medios y en la calle: uno enciende la tele y se topa con la reunión de The Jam (ejem, sin Paul Weller) o con un documental sobre las últimas 24 horas de Sid Vicious (parece, por cierto, que no se mató él, sino que fue cosa de su madre), uno hojea el periódico y encuentra invariablemente una buena docenilla de referencias a bandas y artistas, uno ve a los nativos y aprecia en muchos de ellos el inconfundible estigma del rock and roll. España es fascinante por todo lo contrario: pase que haya tipos de 40 años que ignoran quién fue Sid, quizá el personaje más detestable de la historia del rock, pero es que algunos ponen la misma cara de desconcierto inmenso si les hablas de Wham!, un grupo que vendía millones cuando ellos tenían veintitantos. ¿De dónde ha salido toda esta gente?
En fin, supondrán por la foto y el título que la alusión a Wham! no ha sido fortuita. Entre mis lecturas de la semana, todas al más alto nivel tabloide, me ha causado especial impresión este reportaje del Daily Mail sobre el presente de Andrew Ridgeley, el tipo de Wham! que no era George Michael. En contra de lo que sugería su pinta de efebo con propensión a mostrar el sobaco, resulta que este hombre es heterosexual y vive plácidamente en Cornualles con su novia Keren Woodward, una de las componentes de Bananarama (seguro que más de uno de mis contemporáneos ha suspirado de pegajosa nostalgia ochentera). La pareja tiene una granja con ovejas, frecuenta el pub y el cine del pueblo y es muy apreciada por los lugareños. De vez en cuando, suenan las aspas de un helicóptero y baja de los cielos George Michael para hacer una visitilla, pero por lo demás la vida de Ridgeley es apacible y feliz. ¿A que no imaginaban que el arquetipo de la superficialidad de aquella época había sabido reconvertirse así?