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Pata Negra resucita

La profesión periodística no tiene mucho que ver con esa vida emocionante que muestra a veces la televisión, pero es cierto que, de cuando en cuando, brinda momentos que hacen que uno se sienta un privilegiado. Si tuviese que quedarme con una de esas experiencias sin precio -tampoco hay tantas donde elegir, no se crean-, tengo muy claro cuál sería: en enero de 1999, el periódico me envió al barrio sevillano de Las 3.000 Viviendas para escribir un reportaje sobre un disco colectivo que acababa de editarse. Las 3.000 no son precisamente Neguri, y en ciertas épocas ni siquiera los carteros se aventuraban por sus calles, pero albergan una vida artística casi sobrenatural y un ambiente callejero consagrado a la inactividad, la Cruzcampo y los delitos y faltas. Nada más llegar, me condujeron a un callejón donde varios tipos patibularios trasegaban botellines y, como ven en la foto de Luis Díaz, Rafael Amador tocaba la guitarra y cantaba con un pie en el flamenco rufián y otro en el blues descacharrado. Pata Negra, el grupo que fundó junto a su hermano Raimundo, se había disuelto años atrás, pero en aquel rincón perdido me encontré de sopetón con la esencia de su arte visionario, su duende malhablado y buscavidas. Pocas músicas, quizá ninguna, me han producido la impresión de aquellas tres canciones. Después, por cierto, nos comimos un pollo asado en su piso bajo un retrato de Camarón, que parece el santo patrón del barrio.

Las fusiones consisten muchas veces en tomar lo peor de dos géneros y juntarlo rápido y mal. En ese mundo de ingredientes light, Pata Negra representaban la rica sustancia; en ese reino de frankensteins con grapas y costurones, constituían el híbrido perfecto, natural, orgánico. Y lo siento por el exitoso Raimundo, pero para mí el alma de Pata Negra era Rafael, el hermano canalla y complicado, que ahora ha resucitado el nombre y anda de gira por España. El 25 de noviembre está anunciado en el Kafe Antzokia de Bilbao, así que habrá que cruzar los dedos para que el duende no se pierda ese día por alguna calle oscura.

Por Carlos Benito

Sobre el autor

Periodista de El Correo. Nací en Logroño, estudié en Pamplona, vivo y trabajo en Bilbao.


octubre 2006
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