¿Tienen algún amigo de ésos que no admiten que les regalen libros, porque se sienten orgullosos de su alergia a las letras? Pues aquí les llega la ocasión de obsequiarle un buen montón de páginas, casi cuatrocientas, sin que ose siquiera rechistar. Más que nada, porque resulta muy difícil rechistar con la boca abierta […]