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Gran Poder

La etiqueta heavy metal siempre ha tenido algo de desatino. A poco que nos abstraigamos de ideas preconcebidas, está claro que las palabras metal pesado sugieren una música lenta y grave, no la adrenalina acelerada y las guitarras incendiarias a las que nos han acostumbrado durante décadas los grupos del gremio. En los últimos tiempos, muchas bandas han abandonado esos clichés y se dedican a explorar las posibilidades de la extrema lentitud, la repetición inmisericorde y las frecuencias más bajas de las guitarras. El antiguo testamento de esta tendencia se encuentra en los discos de Black Sabbath y el nuevo lo escribieron Earth y Sleep en plena época grunge, pero últimamente los proyectos entregados a estas exploraciones se cuentan por decenas: desde los muy respetados SunnO))) hasta entes marcianos como Corrupted, un grupo japonés que gruñe en supuesto castellano temas interminables con títulos como ‘Llenándose de gusanos’ o ‘Se hace por los sueños asesinos’.

Para mí, la última revelación de este subgénero han sido Orthodox, un trío sevillano que acaba de editar su álbum de debut con el bello título de ‘Gran Poder’. Su estrategia me parece impecable: ¿para qué disfrazarte de satánico si puedes ir de nazareno, que es más auténtico y da mucho más miedo? ¿De qué sirven estrellas de cinco puntas y tonterías similares cuando puedes retratarte frente a auténticas piezas de imaginería andaluza? Los propios Orthodox explican que sus influencias rockeras «se entrelazan con la peculiar forma de percibir el folclore religioso de su tierra, dando lugar a una música de aspecto litúrgico a base de repeticiones obsesivas, minimalismo, feedback, distorsión y drones infinitos y creando una sensación de primitivismo que induce al trance y pone banda sonora a todos los aspectos oscuros del cristianismo: opresión, pecado, sufrimiento y dolor». Les confesaré que a mí, más que al trance, escuchar el disco entero me induce al dolor de cabeza, pero a la vez me enganchan esas canciones larguísimas, como prolongados estertores rítmicos. Y, si no se fían de mí, atiendan al gran apóstol de lo progresivo, Julian Cope, que ha mencionado a Orthodox en un artículo para The Guardian.

Por Carlos Benito

Sobre el autor

Periodista de El Correo. Nací en Logroño, estudié en Pamplona, vivo y trabajo en Bilbao.


septiembre 2006
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