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Eso que llaman amor

Sí, señores, este martes es San Valentín, patrón de los enamorados de los grandes almacenes. Así que permítanme un paréntesis romántico y, cómo no, una lista de mis canciones de amor favoritas. Quiéranse mucho y, si les da por ahí, dejen en los comentarios su propio ‘top 5’.

Lou Reed – Perfect Day: ya, ya sé que dicen que se la dedica a la heroína, pero me sigue pareciendo un raro ejemplo de canción al amor de verdad, no al de las películas, los libros y los sueños. Más allá de palabrería hueca y desgastada, Lou nos muestra cómo este sentimiento transforma cualquier jornada en algo precioso. «Simplemente un día perfecto: bebemos sangría en el parque y después, cuando anochece, nos vamos a casa. Simplemente un día perfecto: echamos comida a los animales del zoo, después una película y después a casa. Es un día tan perfecto, me alegro de haberlo pasado contigo». Aparte, está el pequeño detalle de que es mi canción favorita de todos los tiempos, claro.

Franco Battiato – Amore che vieni, amore che vai: antes de nada, quiero dejar claro que mienten quienes dicen que el italiano se entiende sin problemas. Sí, el título es muy fácil, pero a ver dónde está el listo que, sin conocer el idioma, me traduce la letra entera. Ni siquiera tengo muy claro si es de amor o de desamor, porque el subrayado de lo transitorio, tan bien recogido en el título, encajaría en ambas categorías. En fin, el maestro Battiato es un compositor notabilísimo, pero se suele olvidar que también se trata de un intérprete portentoso, que aquí coge una canción buenilla de Fabrizio de André y la convierte en un prodigio de pureza e intensidad emocional. Perfectamente podría acompañarla en esta lista su versión de ‘Te lo leggo negli occhi’, que también deja sin respiración.

Vainica Doble – Dices que soy: los modernos suelen ser muy vainiqueros, una devoción que me sorprende en algunos tipos de gustos cerradísimos. Yo he escuchado poco a Carmen Santonja y Gloria van Aerssen y me parecen irregulares, muy irregulares, pero les tengo localizadas tres o cuatro canciones incontestables. Sobre todo ésta, que forma parte de su producción tardía -es del año 2000- y termina así, con esas rimas consonantes de juego infantil tan propias del dúo: «Si te parezco ausente, es porque no consigo dejar de soñar que vives conmigo, aunque eso es evidente: estás enfrente y sueño contigo».

Pet Shop Boys – I Wouldn’t Normally Do This Kind Of Thing: no, el amor no es sólo gravedad, melancolía y gestos tremendos. El amor también es una energía capaz de conseguir que te lo lleves todo por delante y que, ay, hagas cosas que normalmente no harías. «Me apetece bailar, cantar como cantan los enamorados», confiesa Neil Tennant. «Me apetece quitarme toda la ropa, bailar la consagración de la primavera». ¿Por qué no se suele prestar atención a esta fase de tonto frenesí, que es tan estupenda?

Carlos Gardel – Sus ojos se cerraron: acabamos en el otro extremo del espectro amoroso. Ya saben: «Sus ojos se cerraron y el mundo sigue andando, su boca que era mía ya no me besa más. Se apagaron los ecos de su reír sonoro y es cruel este silencio que me hace tanto mal». La letra de Alfredo Le Pera es uno de esos textos a los que no se debería añadir nada. ¿Para qué? «Yo sé que ahora vendrán caras extrañas con su limosna de alivio a mi tormento. Todo es mentira, mentira es el lamento. ¡Hoy está solo mi corazón!».

Por Carlos Benito

Sobre el autor

Periodista de El Correo. Nací en Logroño, estudié en Pamplona, vivo y trabajo en Bilbao.


febrero 2006
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