En la entrevista que han concedido a la agencia Efe durante su fugaz paso por España, los Strokes han hablado de la piratería. Por si la cosa les ha pasado inadvertida, les reproduzco aquí su reacción cuando el periodista les dice que su próximo álbum, ‘First Impressions Of Earth’, ya se está descargando con viveza en los P2P: “Cuando firmamos con una gran discográfica, lo hicimos esperando que nuestra música llegara al máximo de público. Yo mismo regalé el disco hace varios meses a mucha gente, y sabía que una de las consecuencias sería ésta” (Nick Valensi). “Eso significa que le gustas a la gente. Algunos deciden comprar discos y otros no” (Albert Hammond, que incluso se declara “contento” por este fenómeno).

Ya sé que los Strokes no andan precisamente necesitados de dinero, porque no han sido pobres jamás, pero no deja de llamar la atención que estos chicos se encojan de hombros y gente como Miguel Ríos o Ramoncín dé tanto la lata. Tres personas de mi entorno tienen desde hace semanas el disco de los Strokes descargado de Internet, aunque se edita en enero, y sin embargo ¿alguien conoce a alguien que se haya bajado un disco de Miguel Ríos o de Ramoncín, o que siquiera lo haya comprado a un mantero? Tampoco estaría de más insistir en que las pérdidas por piratería han existido siempre: ¿cuántos discos habrían vendido Extremoduro, Barricada o La Polla de no ser por las grabaciones en cinta, con un rellenito de Tijuana In Blue o los Reincidentes al final de cada cara? Desde luego, no tantos como tedekás de noventa circulaban por ahí -ése es el cálculo engañoso de las sociedades de gestión de derechos-, pero sí muchísimos más de los que facturaron. Rebusquen en ese cajón polvoriento donde guardan las casetes y hagan cuentas.