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Anton Maiden y los Xiquets de Banyoles

La historia de Anton Maiden ilustra perfectamente los extremos de banalidad que puede alcanzar la fama. En 1999, a los 19 años, el informático sueco Anton Gustavsson grabó unas versiones de su grupo favorito, Iron Maiden, y las difundió a través de Internet. Era pura música de dormitorio: unos archivos midi bajados de la red y, dominándolo todo, la voz de Anton, que compensaba una técnica lamentable y unas facultades nulas con su evidente pasión por el material. Vamos, que desafinaba con tremenda convicción. Hace treinta años, sus amigos se habrían reído mucho con la broma y le habrían pedido que entonase ‘Run To The Hills’ en la barra de algún bar de Goteborg o de Norrkoping, pero vivimos en unos tiempos que magnifican lo estrafalario. Anton, mutado en Anton Maiden, logró celebridad mundial -a nivel muy freak, claro-, apareció en la televisión sueca e incluso editó su álbum, del que pueden escuchar parte aquí. ¿Están preparados para un final triste? Anton apareció muerto en 2003. Al parecer, se suicidó, aunque no entraré a valorar si esa fama hueca y falsa que le cayó encima tuvo algo que ver con ello.

Me he acordado de Anton al hallar en Google Video una serie de clips domésticos firmados por los Xiquets de Banyoles, que se dedican a hacer el ganso con fondo musical de Children Of Bodom, Immortal e incluso Mago de Oz. No he podido resistirme a compartirlos con ustedes e impulsar el salto de estos muchachotes hacia la leyenda. Y, de paso, preguntarles: ¿por qué los seres humanos hacen -hacemos- estas cosas?

Por Carlos Benito

Sobre el autor

Periodista de El Correo. Nací en Logroño, estudié en Pamplona, vivo y trabajo en Bilbao.


diciembre 2005
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