Dicen las malas lenguas que para que una ruptura sea saludable tiene que pasar un mínimo de un año sin contacto con la persona que acaba de dejar de ser tu pareja.
Dicen esas mismas malas lenguas que hay que hacer un duelo. Hay que “atravesar las grandes aguas”, sentir la ausencia, sentirnos a nosotros mismos, incluso sentir el vacío…y a veces la soledad de estar a solas con nosotros. O por otro lado sentir la libertad, la independencia que te ofrece poder tomar decisiones sin consultar, ir y venir atendiendo únicamente a tu voluntad, en una palabra” siendo el único responsable de tu vida y de tus decisiones”, ¡eso sí, para bien …y para mal!
Pero el adiós, a veces no es tan fácil, no siempre es definitivo. Muchas veces motivado por las mismas razones que acabamos de exponer en el anterior párrafo. Y es fácil que soltar cueste, y que después de la ruptura se mantenga el contacto con el/la ex, en un trato cordial. De hecho, fijaros, alrededor de un 15% refiere que su mejor amigo o amiga es una expareja.
Y esas malas lenguas siguen hablando y dicen que el mantener relaciones con tu antigua pareja suele suponer que la ruptura no está superada del todo, ¡o nada!, que te niegas a la ausencia de esa persona, que tiene que permanecer en tu vida de alguna manera, y si no puede ser amorosamente, tendrá que ser en la amistad.
Eso sí, si la relación que habías tenido era una relación tóxica, dicen que salgas corriendo y no pares, corre y aléjate, date una oportunidad para tener algo sano, que te permita crecer y no te estanque y haga que tu vida solo gire en relación a esa relación, la vida es algo más que tu pareja.
Y… ¡Jope! ¡No callan!, dicen también que si ese contacto sigue ahí, en el mayor porcentaje de casos, esas personas, cuando vuelven a tener relaciones amorosas con otras no están tan involucradas como las que rompen definitivamente con el ex o como a un amigo le gusta decir “con aquel que un día fue”. Dicen que “cortar por lo sano ayuda a pasar página más rápido y mejor”. Y no solo eso, también dicen, que la actual pareja suele tener miedo a la tentación de que vuelvas con tu ex y que este miedo suele ser una de las razones para que no se empiece bien, la ilusión disminuya y se acabe rompiendo aquello que está naciendo y que algún día pudo ser. Para evitar conflictos, interferencias…hay que dejar marchar, hay que soltar.
Soltar es dejar partir, es quedarse en la nada, o…quedarse en ti y si tú ya te tienes a ti, es decir estás más lleno que vacío, no estás solo, te tienes a ti. Pero…soltar sin nada a lo que aferrarse suele dar miedo, mucho miedo, y dicen que suele ser de valientes, de esos valientes, que como todos los valientes…pese al miedo lo hacen. Pero también recordar que dejar partir no es guardar odio, rencor y malos deseos contra el otro, dejar partir es dejar que lo bueno y malo en relación al otro se vaya. No solo es no tener contacto, es…soltarlo todo, vaciarte del otro, en lo bueno y en lo malo. Es quedarte tú contigo. ¡Bufffff!..¡Venga, atrévete!
“Para que entre lo nuevo has de dejar partir lo viejo”. Hay que, parafraseando la sabiduría Zen, “atravesar las grandes aguas”. Quizás y solo quizás y si lo haces bien al otro lado de la orilla te encuentres a ti mismo y a partir de ahí puedas encontrarte con otro ser igual de pleno que tú. Los valientes nacen de los cobardes que pese al miedo lo hacen.