En cuanto sale de tu boca la frase “he estado en una  orgía” todos te miran con recelo, curiosidad,  anhelo,… Muchas dudas aparecen en sus ojos y los más impulsivos no dudan en sacar sus dudas, valga la redundancia,  por su boca y abrasarte a preguntas, indiscretas, por cierto. Se preguntan si ellos podrían hacerlo, ¿podrían compartir a sus parejas con otras personas? ¿Ver cómo éstas se relacionan y que éstas vean cómo ellos también lo hacen? Miles de imágenes acuden a sus cabezas. Imágenes inventadas por otros, recreadas en la gran pantalla, en la televisión o en lecturas antes de apagar la luz del cuarto.

Sin embargo nadie se plantea que una orgía sin respeto jamás sería posible. En una orgía por ejemplo un “No” siempre es un “No” y se respeta tácitamente, cosa que en el bar de turno, se toma como mero jugueteo y se insiste e insiste hasta llegar a saturar a la persona, y con palabras más graves o en ciertas situaciones se llega  a acosar. En una orgía nadie presiona ni obliga a hacer nada que  no quieras, porque en nada que  alguien se propase es expulsado. Haras lo que quieras, con quien o quienes quieras y quieran contigo, independientemente del sexo que tengan o tengas. Y una de las cosas más importantes, nadie engaña a nadie, nadie da sexo para recibir amor, ni amor para recibir sexo. Es sexo explícito.

Pero la gente, en general, cuando oyen orgía piensan en la anarquía, sexual en este caso, en el “libertinaje” y en la perversión, pero no es así , es simplemente un  ejercicio más de la libertad sexual, una sexualidad libre de celos, en principio, claro, porque el ser humano es una contradicción en sí mismo. Es sin más y sin menos otra forma de relación sexual.

Allá cada cual con sus gustos y deseos, siempre y cuando no se agreda a nadie. Ya sabemos todos que “Tu libertad acaba donde empieza la del otro”.

Dejemos de etiquetar y vivamos, que sepamos solo tenemos una vida, no la malgastemos. Y como ya sabemos todos, todo no es para todos, pero para el que lo sea…¡que lo disfrute!