Desde nuestra más tierna infancia se nos alimenta la fantasía de la vida de pareja. Los niños en sus juegos recrean la vida que ven en sus casas, juegan a mamás y papás, a casitas, a cocinitas… aparte de a la bici, al balón y demás cositas.
Generalmente vivimos con nuestros hermanos y hermanas, si los tenemos, y con nuestros padres. Es verdad que el concepto de familia ha cambiado y la variedad sería inimaginable para nuestros abuelos, desde los ya tradicionales divorciados a las parejas homosexuales con hijos biológicos pasando por las monoparentales con hijos adoptados ¡y todas las combinaciones posibles que ustedes quieran hacer! ¡Porque todas son posibles hoy en día!
Tantas combinaciones son posibles ¡que hasta es posible vivir solo y no ser un “perro verde”! Cada día aumenta el número de personas que viven solas, cada uno por sus razones, claro está, pero algo que antes prácticamente era impensable ocurre más y más cada día.
Cada día somos más las personas que somos reinas o reyes de nuestra casa, de nuestro sofá y de nuestro mando a distancia. Con sus ventajas…y sus desventajas.
Si vives solo tendrás que aprender a cocinar para uno mismo y no caer en la vagancia de ir apañándote porque te puede costar, desde unos kilos de más hasta la salud, deberías de mantener un orden, no pasar de todo porque total solo vienes tú, el orden en la casa, sin llegar a la obsesión ayuda a la calma y la serenidad. Tendrás que controlar tu dinero porque nadie va a pagar el agua por ti… ¡la independencia tiene su precio!
Y lo que por encima de todo hay que entender es que vivir solo no es sinónimo de soledad. Cultiva, como siempre, tus relaciones interpersonales, amigos, familia, pareja…y disfruta de tu tiempo, de ese tiempo que solo tú gestionas, tarda lo que quieras en la ducha, con un consumo responsable del agua, pon el despertador cuando quieras, …come en la cocina en diez minutos o en el salón en media hora.
¡Tú decides, la responsabilidad es solo tuya!