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Esto va de sexo

Aprender a chupar a tu chica… con el maracuyá

 

Esta bella flor tropical parece que esconde algún que otro aprendizaje interesante para el tema que tratamos en este blog. Lee y descúbrelo. Empecemos por el tradicional y lleguemos al más lúdico y pedagógico.

Llamada genéricamente  Passiflora edulis, fruta de la pasión (del latín passio = “pasión” y flos = “flor”) que significa flor de la pasión. Este nombre  se lo pusieron los  misioneros jesuitas, ya que echándole mucha imaginación, esta flor parece que  algunas partes de la planta presentan similitudes con símbolos religiosos de la  pasión de Cristo, de la crucifixión,  el látigo con el que fue azotado serían los  zarcillos, los tres clavos los estilos, estambres y la corola radial sería  la corona de espinas.

Y ahora que sabéis por qué se llama así  aprendamos para qué podemos usarla, además de para comérnosla, claro está. Pues bien, empecemos por el uso  más conocido, ¿cuántas veces habéis comprado Passiflora en las dietéticas o en las farmacias? Pués si, de aquí salen vuestras infusiones relajantes y que pueden así mismo calmar dolores musculares o cefaleas, e incluso se puede utilizar para los dolores menstruales, ya que su acción sedante destensa la musculatura.

El otro uso que le podéis dar también destensa musculatura y puede proporcionar mucho pero que mucho placer si luego lo sabéis aplicar en vuestras chicas. En un programa que vimos ya hace algunos años en la televisión francesa se veía cómo una sexóloga ayudaba a algunos voluntarios masculinos a aprender a hacer el cunnilingus o chupetear los genitales femeninos, para ello usaba el maracuyá, si, como lo oís, con esta fruta de pulpa viscosa, gelatinosa y llena de semillas enseñaba, en este arte,  a sus pupilos.

Los chicos cuando metían la lengua con los ojos cerrados en la fruta partida longitudinalmente a la mitad… ¡alucinaban! ¡Era como estar en la vulva! “La profesora” les iba diciendo cómo mover la lengua, cuándo profundizar, cómo chupar con avidez y cómo hacerlo más sensual. Vamos, que cuando acababan ese “cursillito” se convertían en grandes y experimentados chupadores vulvares. ¡quién les pillase, eh chicas! Nosotras, desde que oímos hablar del documental vemos a los franceses con otros ojos, con ojillos… de pasión.

Venga, animaros a probar, comprar un maracuyá y cambiemos la etimología de su nombre, que sea la fruta que despierta la pasión, el fuego del deseo y del amor.

 

 

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Por Lurdes Lavado y Mertxe Gil

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