Hogar dulce hogar, la cueva donde todos nos refugiamos, nuestro sitio de seguridad,…, ¡en fin!, muchas son las formas en las que denominamos a nuestra casa, y de hecho, en términos generales podríamos decir que así es, que definen a la perfección nuestro sentir en este lugar .
Pero algunas personas su casa es el lugar más inseguro y que más dolor les causa. Ya sea por maltratos psicológicos o físicos, desde la humillación a la paliza pasando por los abusos o las violaciones, las personas que son agredidas en su hogar suelen llevar su dolor en silencio.
Sienten vergüenza e incluso culpa y por este motivo callan dándole ventaja al agresor. No son capaces de darse cuenta con claridad que son víctimas y que poco o nada pueden hacer para evitar la agresión si no es decirlo, gritarlo en voz alta, no callarlo y ocultarlo. Porque sino es así estas agresiones pueden durar años. Y las secuelas en la víctima ser muy graves y profundas.
En alguna ocasión ya os hemos hablado de los casos de maltrato de madres a hijas que nos llegan siendo en la actualidad la hija ya adulta. Hoy, sin embargo, os vamos a hablar de los casos de abusos sexuales y/o violaciones en el hogar. Hay varios tipos, pueden ser abusos o violaciones dentro de la pareja, con lo que la víctima no logra discernir si eso es violación o es que ella es muy reticente, hay violaciones y/o abusos de padres a hijas, donde el dolor y el trauma es tremendo, y hay, que son los casos que más atendemos, violaciones y/o abusos de hermanos mayores a más pequeños, tanto a chicas como a chicos, y violaciones y/o abusos de tíos a sobrinas. Y la novedad, de segundas parejas de la madre a las hijas de ésta. En fin, que desgraciadamente hay muchas variantes y todas igual de malas.
Hoy vamos a focalizar en el abuso sexual de un adulto a un menor.
El maltrato físico suele ser más habitual cuando se es niño, mientras que el abuso sexual suele aparecer en niñas de7 a11 años, preadolescentes o iniciando la adolescencia.
Cuanto más cercano es el agresor más difícil y doloroso es para la víctima, a un extraño es fácil odiarle, pero a tu padre o hermano… es más complicado. Ejercen el poder y juegan a que las quieren, a que son especiales y que por eso “juegan” con ellas a esto. El miedo de las víctimas a romper la familia, a que no las crean, a perder lo que tienen… es enorme y unido al asco hacía si mismas, el sentimiento de suciedad, la culpa y la vergüenza hace que estén paralizadas y sean presa fácil para el agresor.
La personita va creciendo guardando bajo llave su terrible secreto. Esto traerá consecuencias devastadoras, podrán surgir problemas de identidad, usarán el sexo para sentirse amadas, habrá problemas con los límites, serán incapaces de ponerlos, también puede que aparezcan problemas de aislamiento social, problemas escolares y también trastornos de la alimentación.
Si el abuso se coge a tiempo las consecuencias pueden minimizarse y si además la víctima consigue un soporte emocional dentro del entorno familiar la víctima aún podrá salir mejor parada. Y lo primero que hay que hacer es reconocer lo que ha pasado y desculpabilizar a la víctima, después darle todo el afecto y ayuda psicológica posible.
No calles si eres una víctima aunque el abuso se haya dado hace ya años, porque de que no guardes silencio puede salir que libres a otra personita de pasar por lo que tú has pasado.