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Esto va de sexo

Ruptura de pareja

Las rupturas de pareja siempre son dolorosas. Y depende de cómo se hagan, pues más todavía. Podemos decir que una ruptura conlleva un proceso, dolor, conflicto, duelo…

En consulta vemos  todo tipo de rupturas. Hay parejas que acuden directamente a que les ayudemos a separarse, es decir, ya han tomado la decisión de separarse y quieren hacerlo de una forma civilizada, sin crear más conflictos. Dicho sea de paso es la mejor de las formas ya que al estar de acuerdo, las dos partes van a estar receptivas a lo que se les proponga.

Luego están aquellas parejas que vienen porque tienen problemas de pareja. Inician tratamiento y se llega a ver que la mejor salida es la separación. En estos casos, la ruptura también se lleva de buenas maneras. Sobra decir que cualquier ruptura conlleva dolor, sufrimiento, pero es cierto que hay grados y motivos que hacen que se sufra más o menos.

Cuando ya aparecen más dificultades y por consiguiente mayor sufrimiento, es en aquellas ocasiones en la que una de la partes plantea la separación sin que la otra parte lo hubiera contemplado. Aquí ya aparecen los desacuerdos, la no aceptación… y la pareja empieza a entrar en una situación muy conflictiva. Las faltas de respeto se convierten en algo cotidiano y de ahí en adelante el camino a recorrer se convierte en un viaje por el infierno. El hecho de que una de las partes quiera separarse y la otra no, ya parte de unas premisas muy malas. Cuando la persona abandonada llega a consulta el primer objetivo consiste en la aceptación de la situación y una vez se haya conseguido, se puede avanzar y hacerlo más llevadero. El papel de la persona que abandona tampoco es fácil porque, no es agradable dar el paso y “aguantar” el sufrimiento que está viviendo la otra parte. Pero, si se ha llegado a ese punto es porque tras el proceso de decisión que ha vivido, la salida es esa, y es la mejor.

Y también tenemos aquella ruptura, la más traumática y afortunadamente, la menos habitual, en la que la persona, literalmente desaparece de la noche a la mañana sin dar ningún tipo de explicación. Sí, tal cual, parece de película, pero es real. ¿Cómo se queda la otra parte? Pues de primeras, necesita un tiempo para ver que es verdad, que no es un sueño, que el tiempo pasa y es impoible ponerse en contacto con la otra parte. El shock es importante. La persona no tiene dónde agarrarse, no puede dar respuesta a todas las preguntas que se le están pasando por la cabeza. Aquí hay que hacer un trabajo importante que cubra todos esos vaciós que ha dejado la huida de la otra parte. Desde el punto de vista terapéutico, por mucho que queramos entender, que queramos justificar es difícil. No hay consuelo para la pesona: ¿por qué no me ha dicho qué le pasaba? ¿qué le ha tenido que pasar por la cabeza para marcharse así? ¿se trata de cobardía? Pues es difícil responder, cada persona es un mundo. Pero hay gente que antes de enfrentarse, huye y es capaz de justificar su actuación a pesar de ser injusticable, por lo menos ante la otra parte.

Si has decidido separarte, intenta llevarlo de la mejor manera posible. Llegada la decisión se supone que es para mejorar tu calidad de vida y no para eternizarte en una historia a la que has decidido ponerle fin.

 

 

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Por Lurdes Lavado y Mertxe Gil

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