“Pues sí, si la hija estaba estupenda… ¡resulta que su madre estaba tremenda! Llevábamos ya dos años juntos cuando me presentó a su familia y ya me fijé en ella”, así nos contaba esta semana un paciente atormentado.
“Todo iba bien entre nosotros, alguna que otra discusión sin mayor importancia, buen sexo, aficiones comunes,… habíamos alquilado un piso y llevábamos ocho meses allí cuando la madre y el padre de mi novia se trasladaron temporalmente a nuestra casa porque iban a arreglar los baños y la cocina en la suya. Cada día que pasaba no podía evitar sentirme más y más atraído por esta mujer, trataba de disimular, de no mirarla, temía que todos se diesen cuenta y se desatase la tormenta. Ahora ya se han ido pero yo estoy hecho un lío, no me atrevo a decírselo a mi novia pero tampoco quiero vivir así”.
Este paciente tiene depresión, ha venido a la consulta para que le ayudemos a tomar una decisión, es incapaz de dar un paso, por un lado sabe que ya no puede seguir con su novia, y por otro al separarse de ella no volvería a ver a “su amada”. Su novia no entiende qué le pasa, y él no se atreve a contarle a nadie lo que está viviendo.
Separarse es la única solución, pero cuando uno está tan dentro del pozo… tomar una decisión así, requiere de una fuerza que uno no tiene y sin embargo es la única salida para superar la depresión y recuperar su paz.
Ha pensado decírselo todo a su pareja, ¿para qué? Si lo hace se va a volver a enamorar de ella, ¿se va a desenamorar de su suegra?, solo le va a causar dolor, y ya es bastante dolorosa la ruptura, si se atreve a ejecutarla, como para sumar más elementos.
¿Decírselo a la amada, a la madre de ella? El mismo sin sentido.
Difícil situación. ¿Qué haríais? ¿Qué le recomendaríais?