La semana pasada emitieron la película “La flor del desierto” basada en la vida de Waris Dirie, una niña somalí, que huye a los trece años para evitar un matrimonio de conveniencia y que tras pasar muchos momentos díficiles, (esos os lo dejamos que los veáis en la película, si no la habéis visto, ya que merece la pena), llega a convertirse en una de las modelos más famosas del mundo. La pelí es también una denuncia a la costumbre inhumana de la ablación o mutilación genital femenina.Waris la sufrió a los 3 años. La vida de esta mujer es apasionante y muy dura. Es de admirar la labor que ha desempeñado por luchar contra la ablación y defender los derechos de la mujer.
Es increíble que a estas alturas esta práctica se siga dando y que tantas mujeres en el mundo estén condenadas a sufirla. Casi nada. Son más de cien millones de mujeres en el mundo quienes sufren la mutilación genital y sus consecuencias.
¿Qué sentido tiene? La mutilación genital femenina es una violación de los derechos humanos de las mujeres y niñas.
De todos es conocido en qué consiste: extirpación total o parcial de los genitales externos de las niñas. Lo cual conlleva una serie de consecuencias ireversibles a nivel de salud a nivel físico, sin mencionar lo psicológico.
Y, ¿para qué? Las razones son incomprensibles. Es una manera de controlar la sexualidad femenina. Se practica como rito de iniciación de las niñas a la edad adulta. Creen que aumenta la fertilidad y hace el parto más seguro. Y creen que es un mandato religioso. Sin comentarios. Está todo dicho.
La mutilación genital femenina se practica, generalmente a niñas entre 4 y 14 años, aunque también hay países donde se practica a niñas menores de un año. Se te ponen los pelos de punta solo de pensarlo.
Se dice que quienes practican la ablación son parteras profesionales o comadronas tradicionales, que para más inri, están muy bien consideradas y valoradas económicamente.
En lo que pueda servir, añadimos nuestro granito de arena para que está práctica pueda ser erradicada.