Terminábamos el post del viernes pasado diciéndoos que hablaríamos de la importancia de poner límites a la pareja.
Los límites son importantes y nos hablan del amor hacia nosotros mismos. Y aunque no nos lo parezca, limitar nos permite construir algo sano entre los dos. Limitamos a los amigos, compañeros de curro, estudios,… ¿por qué no a la pareja?
No limitar nos anularía, permitiríamos que el otro nos comiese, nos devorase nuestra esencia, nuestra personalidad. Entraría en nosotros sin ninguna barrera. Y por otro lado, no tendríamos, ni tendría, claro qué permitiríamos y qué no, cuáles serían las conductas que nos agreden, molestan o no queremos para nosotros.
Muchas de las malas contestaciones, los malos gestos y cosas más graves como las faltas constantes de respeto no se darían si se limitase al otro. Y nunca es tarde para empezar a hacerlo.
Ahí va un ejemplo del tema que nos ocupa. ¿Esperas y esperas, sin hacer planes, arriesgándote a quedarte en casa, porque aún no te ha dicho si vais a quedar o no y a qué hora? ¡Ponte las pilas! Respétate a ti mismo, empieza por ahí. ¿Cómo conseguir el respeto del otro, si tú no te respetas? Actúa. Deja de esperar, de explicar,… piensa en lo que a ti te puede hacer bien . Toma las riendas de tu vida, están en tu mano, no se las dejes a nadie. La mejor explicación es tu “nueva actuación”.
¡Empodérate! Esta palabra lo resumiría casi todo. No tengas miedo, hay mucho que ganar: respeto, dignidad, valía,… paz interior.