Fantasías: ¡qué palabra más bonita! Fantasear: ¡qué gozada!, ¿verdad? Ese mundo donde todo es posible, donde no hay límites (de primeras), donde hace y deshaces a tu antojo. Es mágico, se cumplen todos nuestros deseos, apetencias. No como en la realidad donde a veces conseguir que se realice algo deseado cuesta lo suyo y muchas veces es imposible.
Aquí no hay distinciones. Hombres y mujeres pueden acceder a la fantasía siempre y cuando lo deseen. Alguna vez ya os hemos hablado de ello. Pues resulta que en la Universidad de Granada han realizado un estudio en el que se ha visto que no existen diferencias significativas entre las fantasías sexuales que experimentan habitualmente los hombres y las mujeres.
Casi el 100% de hombres y mujeres ha experimentado alguna fantasía sexual de modo placentero a lo largo de su vida y sobre el 80% comenta haber experimentado en alguna ocasión una fantasía sexual de forma negativa o desagradable.
La investigación la llevaron a cabo con una muestra de 2.250 personas, con un 49,6% de hombres y un 50,4% de mujeres, de edades comprendidas entre los 18 y 73 años, con relaciones de parejas heterosexuales de al menos 6 meses de duración.
Los científicos vieron que las mujeres con mayor frecuencia que los hombres, experimentan de forma agradable fantasías de tipo íntimo y romántico. ¡Cómo no! Si es que es lo que se nos ha inculcado, el príncipe azul, el mundo del amor, de color de rosa… Y luego así nos va. Pero, vamos, que de vez en cuando fantasear con ello te deja muy buen cuerpo y muy buen sabor de boca. Aunque “el despertar” sea el que es.
Por el contrario, los hombres piensan más en fantasías de sexo en grupo, búsqueda de nuevas sensaciones, intercambio de parejas, orgías,… Placer y más placer.
Hablan también de que las fantasías sexuales más desagradables son aquellas relacionadas con el tema de la sumisión sexual. Las mujeres piensan más frecuentemente, en “ser presionadas a mantener relaciones sexuales” (aunque debemos decir que en la fantasía la mujer elige por quién es sometida y de qué manera), y los hombres fantasean con participar en relaciones homosexuales con una connotación más negativa que las mujeres.
Esta investigación continuará porque pretenden estudiar si vivir las fantasías sexuales de un modo negativo o desagradable resulta disfuncional para el pleno desarrollo de determinadas conductas sexuales.
Nosotras desde nuestra labor diaria damos mucha importancia al mundo de la fantasía y en muchas disfunciones es significativo el hecho de que la persona no pueda fantasear con determinado tema ya que se lo impide el problema que está padeciendo. Por ejemplo, un hombre con eyaculación precoz puede tener dificultades para verse aguantando tiempo aunque sea en su fantasía o una mujer con vaginismo (no poder ser penetrada) no se ve teniendo relaciones con penetración, su fantasía se ve cortada en ese momento. Trabajando la fantasía se llegan a producir cambios en la realidad de la persona. Aquello que no puede ser imaginado no puede llegar a ser real.
Hay que ejercitar la fantasía y en lo que nos compete, la fantasía sexual, que va a hacer que aumente nuestra excitación, el placer y está ahí siempre que la queramos utilizar.
Para este verano os podemos recomendar un par de libros relacionados con este tema de las fantasías. Igual os cuesta conseguirlos. Son los dos de Nancy Friday: “Mi jardín secreto” (sobre fantasías de mujer) y “Sexo varón” (sobre fantasías de hombres).