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Dispareunia: cuando la penetración te duele

 

A la consulta nos llegan muchos casos de dolor coital. Son chicas que pueden, y de hecho lo hacen, mantener relaciones coitales pero no solo no disfrutan de éstas sino que encima sufren, les duele. Curiosamente ante el dolor, la mayoría de ellas, no paran, siguen  con ese coito torturador, aguantando hasta que la pareja termina.

La diferencia entre un vaginismo y la dispareunia es que en el vaginismo no se puede realizar la penetración, los músculos de la entrada vaginal se contraen e impiden la penetración. Por el contrario, en la dispareunia el coito es posible pero, ¿a costa de qué?

 

Las posibles causas físicas de la dispareunia son:

–     Himen rígido .

–       Tras el parto puede que temporalmente duela la penetración, a veces, el miedo a que aún esté la zona “fresca”  (episiotomía) hace que la chica se contraiga y duela más por la propia contracción que por las condiciones en que esté la vagina y/o el útero.

–       Las I.T.S. , infecciones por hongos,…

–       El útero en retroversión ( echar un ojo al post en que hablábamos de ello).

–       Poca lubricación por falta de excitación  ( ya sea porque hay poco juego o porque no es capaz de excitarse pese a los estímulos) , por estar en la menopausia,…

 

Las posibles causas psíquicas son:

–       Estrés postraumático tras una violación.

–       Alto grado de control, con incapacidad para el “abandono”.

–       Rechazo hacia la pareja.

–       Miedo a disfrutar porque, según muchas chicas con este problema se protegen de la fantasía de que si disfrutasen se “desmelenarían” y ¿en qué se iban a convertir?

–       La culpa: no sentirse bien siendo una mujer sexual, deseante,..

–       Intentos de complacer al otro.

 

El tratamiento para la dispareunia empieza como para el vaginismo : introducción de objetos en la vagina, sin dolor ( si existiese dolor pararíamos y pese a que se pueda, no haríamos penetración), de más pequeños a más grandes. Y nunca hay que olvidarse  que es un problema psicológico y por lo tanto debemos ahondar en las causas y dar una salida a todo ello.

 

 

 

 

 

 

 

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Por Lurdes Lavado y Mertxe Gil

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abril 2012
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