Ya hace años que internet colonizó nuestras vidas. Llegó para quedarse…y apoderarse de nosotrxs. Y con ello llegaron nuevas patologías.
Internet, la gran ventana al mundo y el fin de las fronteras, tal y como las entendíamos, ha desaparecido engullido por la pantalla. Podemos comprar una mesilla de noche en China, elaborar un plato que probamos en aquel viaje que hicimos a la Conchinchina con una receta casi exacta, sacada de la red, acercarnos con el Map al rincón más recóndito del mundo y cómo no…¡ligar con uno o una que esté a más de 8000km!
Ya no tenemos que salir de casa para comprar, conocer gente,…¿es bueno , es malo? ¡Pues vete a saber! ¿Controlamos la conexión o esta nos controla?
Lo que sí es cierto es que un mundo de posibilidades se abre con un simple teclado y una simple pantalla. Y ni todas son buenas, ni todas son malas.
Y nunca habíamos tenido en Albora Bide a tantxs pacientes con adicción al ciber sexo, que nunca habíamos visto a tantxs compradores/as compulsivxs que ponen en juego su pareja y la economía suya o de su familia. Que nunca habíamos visto tantas y tantas personas que ahogan su angustia “anestesiándose” jugando a través de alguna App.
Accedemos independientemente de la edad a páginas de temáticas diversas, aunque a lo mejor su contenido no sea lo más adecuado.
Y la pornografía y el sexo se hicieron fáciles, el consumo se ha extendido en toda la población , sin mínimo de edad ni límite, lxs adolescentes son las grandes víctimas de esta facilidad, personitas aun formándose en valores y con poca experiencia real que la suplen con la información que obtienen de sus pantallas y que la convierten en verdad absoluta, con el peligro de caer en actitudes machitas y de distorsionar el sexo, entendiendo por relación sexual algo muy genitalizado y muy rápido. Y lo que es casi más importante reducida a un solo modelo de relación sexual.
Sin olvidar que la información sin educación no informa, sino que deforma.
Pensemos en cómo y cuándo hacemos las compras impulsivas por internet. En el baño, en el sofá cuando estamos aburridos,…
Pensemos en las horas, ¡y no por trabajo!, que estamos frente a una pantalla o tenemos un móvil en la mano. Pensemos en cómo dejamos escapar nuestros días, nuestros minutos y segundos de vida.
Estamos en la era de los ciber adictos y lxs terapeutas nos tenemos que reciclar en adicciones cibernéticas.