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lurdes y mertxe

Esto va de sexo

Cuando ya no funciona

A todos más o menos nos gusta tener a nuestro lado a alguien que nos ame y a quién amar, a ese alguien que nos haga la cucharita en la cama, a ese alguien con quien tener sexo divertido y entrañable, a ese  que  nos haga “el amor” durante el día y nos acompañe en los momentos duros , porque para los fáciles a nadie necesitamos, nos bastamos solos.

A veces, cuando creemos haberlo encontrado y cuando, influidos por todos esos cuentos y películas que hemos visto en la infancia, nos pensábamos que era “para siempre”…resulta que empezamos a sentir que esa persona ya no solo no aporta en nuestra vida, sino que encima…¡resta!  No solo no le echamos de menos, sino que ahora le echamos de más. Nos sobra. No acompaña, nos impide avanzar.

Y es duro plantearse el romper, y durísimo plantearse el seguir. Las excusas o cepos para continuar: hijos, dinero, familia, piso…y la palabra que nunca decimos y que siempre está bajo todas estas razones: ¡Miedo! Miedo a que mira que si me equivoco…, miedo a cómo lo van a llevar los peques, ¿les marcará de por vida?, miedo a no poder vivir con un solo sueldo,…miedo al fin y al cabo, inseguridad.

A veces es por “una tontería” tras otra que hemos llegado a esta situación. En estos casos a lo mejor se puede retornar a una relación de pareja que nos nutra. En otras es por motivos “más duros”, en otras, por falta de comunicación se ha llegado a ser dos extraños que comparten piso y gastos,…dependiendo del porqué se puede intentar una terapia de pareja.

En Albora Bide vemos “milagros” todos los días. E incluso aunque no haya vuelta atrás en la relación está bien acudir al terapeuta y “bien separarse”. Vamos a tener que estar en contacto con esa persona si tenemos hijos durante muuuchos años y es mejor estar de forma amigable que de otras maneras menos civilizadas y aquí, sí que es por el bien de todos, hijos y adultos.

Y también señalar en el artículo que si veis que una situación apunta maneras de hacerse conflicto, no lo dejéis estar, tratar de hablarlo entre vosotros antes de que se haya hecho tal bola que no sepamos ni de qué cordón tirar para aliviar la situación, y si aun así veis que no hay forma, acudir al terapeuta.

Pase lo que pase, si al final se reconduce la relación o si bien se decide separarse, el hecho de saber que se ha hecho todo lo posible por intentarlo nos hace estar más seguros y nos reafirma  en cualquiera de las dos decisiones que podemos tomar.

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Por Lurdes Lavado y Mertxe Gil

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