¿Tienes dolor cuando mantienes relaciones coitales? o sin llegar a dolerte, ¿sientes molestias?… Tu problema tiene nombre: ¡dispareunia!
Y no hay que confundir la dispareunia con el vaginismo, son cosas distintas, que conllevan tratamientos distintos.
En el vaginismo se produce un espasmo vaginal involuntario que cierra los músculos de la vagina e impide el coito, mientras que las mujeres que tienen dispareunia permiten la penetración aunque ésta resulte molesta o dolorosa.
Y aunque pueda parecer mentira en consulta se resuelve con “menos” dificultad un vaginismo que una dispareunia.
En la dispareunia hay una especie de “sacrificio” por parte de ella (son personas que aguantan el dolor por complacer al otro en el coito) que hace más difícil el tratamiento. Hay que convencerla de que con dolor nada merece la pena, que ellas también tienen derecho al placer, que también son importantes y que si las quieren, entenderán que hay que ir un poco más despacio y que necesitan de un tiempo para “hacerse” a la relación coital. En estas mujeres el trabajo de la autoestima; son dignas de ser queridas sin tener que hacer algo por el otro, la renuncia al sacrificio, el sentimiento de culpa y el derecho al placer son trabajos sin los cuales no lo superaran.
Mientras que en el vaginismo se avanza despacio pero firme. Permitir la introducción de objetos poco a poco hasta llegar al pene es un camino arduo pero “transitable” ya que todo avance requiere que sea sin molestia y sin dolor. Aquí la paciente no se sacrifica ante el otro, pero si que no le deja “entrar” en ella. No pasa a una sexualidad adulta y no forma su familia, se mantiene “arraigada” a la familia nuclear.
En todo lo que hemos comentado no hemos nombrado las causas físicas que pueden dar origen al dolor coital, que “haberlas ahílas”, desde la sequedad vaginal a un traumatismo físico. Como psicólogas y sexólogas que somos… hablamos de nuestro campo, pero no queremos que penséis que siempre es psicológico, aunque la gran mayoría de los casos lo sea.