¿A dónde nos va a llevar este consumismo sexual? Pues desde Albora Bide damos una respuesta rotunda: “A mayor aislamiento emocional, a mayor soledad”.
En esta era que vivimos en la que a un solo click de ordenador, de móvil…podemos relacionamos con miles de personas, cercanas en la distancia, o no tanto, porque internet, la gran ventana al mundo nos acerca a distintos países, a distintas culturas y sin embargo, sentimos que nos aleja tanto de la vida, nos aleja tanto del tú a tú, nos aleja del susurro, de la mirada…nos pone una pantalla delante y solo a través de la distancia nos comunicamos, “nos acercamos” o eso creemos hacer.
Y con todo esto nos preguntamos, ¿qué consecuencias va a originar esto? Empezamos relaciones por wasap, por skype, por Messenger, las terminamos de la misma forma, follamos cada uno desde nuestras respectivas casas con el otro a través de la pantalla…Estamos originando una nueva era, la era de no salir de casa, desde casa ligamos, compramos, aprendemos a hacer cosas a través de tutoriales…no necesitamos de nada más. Todo a un click.
Tenemos apps que nos dicen a qué distancia están las personas con las que podemos ligar, entramos en su perfil, les ponemos una carita sonriente o un hola y si tenemos respuesta probablemente en media hora esté en nuestra casa o nosotros en la de esa persona retozando en el sofá como si nos conociésemos de toda la vida, pero no, no nos conocemos, solo fingimos hacerlo. Porque nos interesa, porque hay una separación bestial, nada que ver con la emoción humana entre lo que que es el sexo y lo que es, no el amor, sino la intimidad con el otro.
Solo consumimos sexo, una persona tras otra va pasando por nuestra cama, por nuestras vidas…sin dejar rastro, sin dejar huella, eso sí dejando un vacío enorme a su paso.
Vivimos hacia fuera, no cultivamos el hacia dentro. Nos estamos perdiendo.
Desde aquí una llamada a pararnos, a sentarnos a tomar un café, una cerveza o un té con el otro sin más intención que conectar nuestro yo con otro yo.