¿No me digas que no te gusta que te toquen? ¿Y te gusta tocar? ¿Y cuando tocas te dejas llevar o usas alguna técnica especial?
Cuando las sexólogas de Albora Bide hacíamos el master de sexología siempre intentábamos preguntar por técnicas de caricias, que no de masajes, éramos jóvenes y queríamos recetas, recetas mágicas que después pudiésemos transmitir a nuestros pacientes para el deleite de estos y cómo no…”¡mostrar nuestra sabiduría!”
¡Éramos jóvenes! Esa es la única justificación que podemos dar. Estábamos aún demasiado inmersas en el mundo estudiantil, donde te decían dos y dos son cuatro y tú… lo aprendías de forma literal.
Pero…¿no es verdad que en la piel, en el sexo,…dos y dos a veces son cero y otras un millón? Que dos y dos nunca son cuatro. Si esa persona que tanto te gusta te toca ¿sientes igual que si te toca otra por la que ni fu ni fa?
Pues eso, no existe una receta mágica, ni un mapa que te diga por dónde ir y por dónde no. Tú mismo has de ir elaborando tu mapa, ese mapa que si por lo que sea no lo sabías o no lo tenías claro, te lo confirmamos, no te va a volver a servir con otra persona e incluso te añadimos… a lo mejor tienes que retocarlo día a día con la persona que lo has elaborado.
Pero hoy os recomendamos que aprendáis Yori, sabiendo y teniendo en cuenta todo lo dicho anteriormente. Que probablemente tengáis que adaptarlo a la persona, en este caso a la mujer con la que estéis. Yori significa vagina (es una antigua palabra india) así que …es para nosotras, ¡que bie ehh!. Y trata de masajear la vagina, el punto G y el clítoris a la vez, ummmmmm. Y aunque suele realizarse por un masajista experto, eso no quita que lo hagas tú misma a ti misma o que tu pareja te lo haga.