Que nos guste algo mogollón y nos haga llegar a estados de excitación enorme es lo más normal de mundo, ¿no? Pero si ese algo se convierte en la única forma de encontrar placer sexual y alcanzar niveles de excitación elevados eso ya… ¡es un fetiche!
El fetichismo se centra en objetos inanimados o en partes del cuerpo no genitales, cmo por ejemplo, los pies. En este caso hay una despersonalización de la persona, ya que es reducida a una parte y no se la ve en su totalidad.
El fetiche se convierte en muchas ocasiones en algo a esconder, da vergüenza reconocer que “sin ese pañuelo negro de lunares blancos” somos incapaces de excitarnos y mucho menos de corrernos. Ocultamos nuestro secreto porque sabemos “que es algo raro”, “que no es normal que no nos excitemos más que con eso” “a la gente le excitan más cosas”…
El fetiche se suele formar en algún momento de nuestra vida en el que asociamos dicho objeto o parte del cuerpo a procesos físicos relacionados con la excitación.
Y como todo en esta vida, lo bueno y lo malo está separado por una fina línea muy fácilmente traspasable. Todo va a depender del grado de fijación del fetiche, si es muy incapacitante o no, si afecta en nuestra socialización,… hay grados que necesitan de un seguimiento psicológico y farmacológico. Y otros muchos podrían reducirse a una forma de fantasía, sin mayor transcendencia. Todo dependerá del grado, como hemos dicho anteriormente.
También comentar que cualquier tipo de agresión deja de ser fetiche para convertirse en eso, una agresión y como tal será juzgada.
Bueno y hoy ya nos despedimos hasta septiembre deseándoos que paséis un feliz y erótico verano.
¡Hasta la vuelta!