A veces nuestro cuerpo presenta signos de excitación evidentes. Lubricación, erección,… y sin embargo, la persona dice no sentirse excitada. Y es que muchas veces la excitación mental y la física no parecen coincidir, están en disonancia… y aparecen los problemas.
Así por ejemplo, el hombre que dice tener deseo y y sin embargo su pene no le responde, mujeres que no se excitan y sin embargo de forma mecánica llegan al orgasmo y disfrutan de él… Sí, pero antes de ese momento, podrían haber estado haciendo calceta y esa actividad darle más placer… y lo que es más importante: ¡¡¡menos exigencia!!!!!
También tenemos chicas, sobre todo chicas para seguir con ejemplos, que dicen que al ver una pelí porno sus genitales reaccionan pero su cabeza rechaza este hecho porque este tipo de película contradice su moral.
Se puede decir que los genitales femeninos reaccionan a muchos más estímulos que los de los hombres. Es decir, si nos acarician los brazos, pechos, lóbulos, cuello… tenemos más posibilidades de excitarnos que ellos, que parecen estar más “concentrados” en su pene. Ellos si les besas un poco, les chupas el pene, les masturbas el pene y lo introducen en tu vulva o en tu ano hasta eyacular… ha sido una relación maravillosa. por el contrario la chica necesita sentir y que le estimulen el resto del cuerpo.
Los hombres sí que parece que puedan llegar a tener una excitación más alta, quizás de ahí la eyaculación precoz, pocas chicas llegan antes de lo que ellas quieren al orgasmo, ellas es como que van a buscarlo y ellos a demorarlo.
Todo esto, también lo avala el llamado síndrome de la excitación sexual persistente donde una de sus características es que la mujer interpreta como intrusivo o no deseado los cambios de excitación genital, “mientras que en el caso de los hombres, notan un cambio genital, una erección y simplemente lo evalúan y lo valoran como excitación”.
Hay expertos que coinciden en valorar como importante a la hora de excitación de una mujer estímulos como el oído y las caricias, mientras que en el ranking de los chicos quedarían los estímulos visuales.
Y para cerrar, lo que sí es evidente es que los hombres son de menos jugar porque son más genitales que nosotras y que nosotras tenemos más repartida por la piel las sensaciones. En muchos casos esto no se tiene en cuenta, se va muy al grano… y en ellas acaba a apareciendo la falta de deseo , porque nos centramos en los genitales, en el coito, más en concreto donde ellas sienten lo menos de lo menos, con lo cual, a base de repetir en donde menos sentimos… menos ganas tenemos, se convierte en un trabajo y no en un placer compartido.
Así pues, unamos nuestro cuerpo-mente que es donde empieza todo con el lugar donde procesamos la información… la piel. Y para que nos apetezca seguir jugando… piel, piel y más piel, y ya veremos lo que hacemos después.