Si alguien te plantease que si te gustaría vivir en un estado de excitación permanente, ¿qué dirías? Seguramente que la primera respuesta sería: ¡Cómo no! ¡Qué gozada!
La vida sería más llevadera, más alegre, ¿no? No te importaría hacer las tareas del hogar, ir a trabajar,… como ibas a estar excitada, pues es un estado muy deseable.
Ya, pero no es así de bonito. Todo tiene su momento.
Esto es lo que ocurre en el Síndrome de Excitación Sexual Persistente. Es una disfunción rara que se caracteriza por al presencia de tensión genital y excitabilidad sin que exista deseo. Esta situación no siempre acaba en orgasmo y es que aunque el orgasmo se dé, la sensación no desaparece. Es una insatisfacción continua.
¡Vaya desesperación! Es como pasar por todas las fases de excitación y quedarte siempre, en definitiva, con las ganas, porque no llega en ningún momento esa relajación, ese descanso y bienestar que sucede después de tener un orgasmo.
Una mujer que no tiene orgasmo, es desesperante, triste porque se está perdiendo una parte de su sexualidad, y muy frustrante. Aunque hay que decir, que es una disfunción que se puede superar. Ya os hemos hablado de la anorgasmia en otras ocasiones.
Pero este sindrome desde luego complica mucho la vida de la mujer. Las sensaciones que tienen no son nada agradables sino más bien molestas.
Es un trastorno sobre el que no se conoce demasiado y se ha relacionado con la presencia de malformaciones o tumores en la zona genital, con cambios vasculares, problemas neurológicos o incluso epilépticos y con el consumo de psicofármacos (como algunos antidepresivos).
Lo que sí se sabe es que impide llevar un ritmo de vida normal y llega a afectar a la pareja.
Afortunadamente no son muchos los casos pero los que se han hecho públicos hablan de mujeres que han llegado a tener 100 y hasta 300 orgasmos al día. Una verdadera tortura…