Cuando una relación se acaba el ponerle punto y final no es una tarea fácil y menos cuando la otra parte no lo espera o no tiene la menor intención de terminar con ella. Modos de terminar hay muchos y ello depende de cómo sea la persona. Y también según sea chico o chica la historia es diferente aunque el fin sea el mismo. Destacamos las que os relatamos a continuación.

Está quienes utilizan una carta como despedida haciéndole sentir a la otra parte como lo más especial de su vida, pero en el fondo te está diciendo adiós. Es una forma bastante elegante de romper.

Y están las personas que son bastante imaginativas y por qué no, hasta un poco “maliciosas”, que el momento de ruptura lo hacen en un lugar que tiene un significado sentimental importante, especial, porque quiere que ese momento no lo olvide tan fácilmente, y realmente es algo que se consigue, ¿no? Y en ese lugar tan idílico, te suelta lo que no esperabas oir para nada. A partir de ese día ese lugar es mirado con otros ojos. Un poco sádico, ¿no?

Otra manera que va a dejar una huella importante es la que se hace por ejemplo tras una noche pasional. Tienes claro que quieres dejarle y lo haces dándole la mejor sesión de cama de tu vida.

Hay otra forma que no es nada aconsejable y que deja a la parte abandonada muy mal psicológicamente y es la de desaparecer de la noche a la mañana sin dar ningún tipo de explicación. Esta es desde luego la ultima a utilizar. Las historias son traumáticas porque dejan a la persona sin nada donde agarrarse. La pregunta que se hacen continuamente es: ¿por qué no me ha dicho nada? ¿Qué ha pasado? Y el duelo de la separación es mucho más costoso. No entiendes nada, y no entender, te hace vivir durante un tiempo encadenado.

Luego está quien tiene a otra persona ya esperando, o sea, el sustituto o sustituta,( por cierto, una situación que hoy en día es bastante común), y como ya lo ve tan claro sin esperar más, lo suelta sin ningún tipo de remordimiento o culpa.

Otro modo es hacer que la otra persona tome la decisión por ti, es decir, te empiezas a comportar de malas formas, no dando lo que sabes que la otra persona necesita, y como no te atreves o no quieres tomar la “responsabilidad de”, haces la convivencia insostenible. Vamos, que  eres cobarde.

Y, por último, destacamos la que nos parece la más adecuada, natural y psicológicamente hablando sana, que es el cara a cara. Tras haberlo meditado, sintiendote segura/ o y teniéndolo claro te enfrentas, lo hablas, argumentas, sin cartas, florituras… Dando la  oportunidad a la otra parte de poder decir, rebatir, preguntar… Aunque como hemos dicho antes el fin es el mismo, estás rompiendo la relación.

Si has pasado por una ruptura igual has utilizado alguno de estos medios u otros, lo importante es que cuando alguien tiene claro que no quiere seguir una relación, su objetivo es acabar con ella porque aunque sea muy costoso romper y quizá el medio que utilices no sea el mejor, es mucho mas beneficioso pasar por ahí que ir sufriendo el día día con una relación que no merece la pena.