Nosotras tenemos siempre una frase para cuando las parejas acuden a consulta por falta de deseo de ella, solemos decirles “a la mujer hay que hacerle el amor todo el día y a la noche, a lo mejor, si hay suerte, podrás echar un polvo”. Detrás de esta frasecita que en muchas ocasiones nos saca una medio sonrisita, sobre todo, cuando nos identificamos y casi nos aliviamos al pensar: “¡no soy paranoico! eso que noto o pienso, mira,… hasta lo dicen los especialistas, vamos que no estoy susceptible, ni soy un enrevesado. Hay mucha verdad y… mucho resentimiento.
Cuando en una relación pasan los años la pasión muere si no la hemos cultivado, y tendemos a no hacerlo, tendemos a acomodarnos. Pero entre los hombres y mujeres de esas relaciones pasan cosas muy distintas, en ellos aunque la pasión haya muerto el deseo sexual permanece y con más o menos pasión quieren seguir teniendo sexo, pero en ellas… la cosa cambia. Las frustraciones, debidas en gran parte a que la imagen que se habían creado de la pareja difiere bastante de la realidad, las responsabilidades del día,… y todas esas cosas que ya os hemos contado anteriormente en el post del deseo sexual femenino y que no vamos a repetir, hacen que el deseo se esfume. Pero claro, la relación continua y él quiere sexo, ¿entonces?
Pues demos ya la respuesta a la pregunta que titula el post, sí, clara y tristemente las mujeres conscientes o no de ello, premian y castigan con el sí y el no al encuentro sexual. Si habéis sido buenos parece que aceptamos más fácilmente un encuentro erótico, pero ¡ay de vosotros si habéis metido la gamba…!
Un señor ya muy mayor decía “mis preliminares duran 24 horas”, es decir , acompañaba a las compras a su pareja, le mimaba, le decía cosas bonitas, compartían las tareas de hogar, charlaban en comidas y cenas,…. y por la noche….¡polvete!
Necesitamos muchas cosas para poder desear, ayudarnos un poco, haceros un poco más deseables. Y nosotras a ponernos las pilas, que tendemos a responsabilizar al otro con una facilidad pasmosa y no son adivinos aunque nos guste que nos “adivinen”.