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Sufrir por amor… y vengarte

El sufrimiento y sobre todo el sufrimiento por amor, es una de las peores situaciones por las que puede pasar una persona. Y es algo tan extendido,… ¿Quién no ha sufrido a lo largo de su vida por amor? Los motivos, muchos. Te gusta alguien, te enamoras platónicamente, pero no te hacen caso; estás en pareja, no “funciona” porque así te lo hacen saber, pero le quieres y te dejan; sufres una infidelidad,… Todo sufrimiento, y se libra tan poca gente por no decir nadie… Fijaos la cantidad de canciones cuyas letras están basadas en el desamor y con las cuales te puedes sentir tan identificado/a, que es como si estuvieran describiendo tu propia situación y que cuando la escuchas te hace sentirte aún peor. Son letras que hablan del dolor, de lo que pudo ser y no fue, de los sentimientos de venganza, del rencor,…

Esto es parte de lo que en un proceso de separación va sucediendo a aquella parte de la pareja que ha sido abandonada. Dar el paso de abandonar es complicado, le das una y mil veces vueltas a la decisión porque piensas en las consecuencias que va a tener, porque aparecen sentimientos de culpa,… pero al fin y al cabo tú decides separarte, pero a quien le abandonan lo tiene “peor” ya que si no lo desea lo tiene que asumir y aceptar, y eso es muy doloroso. Es como una puñalada en el centro del alma. El camino que tienes que recorrer supone superar una serie de fases. Hay que intentar hacer un buen duelo. Una de esas fases es la de la venganza. ¡Ufff! ¡Vaya fase más mala! Seguramente conoces a personas que han pasado o están pasando por aquí y han llegado a hacer cosas que ni te las imaginabas, o, incluso tú mismo/a estás o has estado en esta situación y sabes perfectamente de lo que estamos hablando. En este período hasta la persona más pacífica puede llegar a no reconocerse viéndose hacer o llevando a cabo aquello de lo que siempre ha huido o renegado.

Como solemos decir, el dolor y el sufrimiento son muy malos consejeros. En esos momentos la persona no es nada racional y lo único que quiere es calmar ese dolor sea como sea, el cómo le da igual. Sacamos el monstruo que llevamos dentro.

Una forma muy extendida y muy dañina de vengarse es a través de lo económico, intentando dejar a la otra parte en las peores condiciones posibles llegando a hacer trampas, de maneras muy sucias, para tener que dar la menor cantidad posible; otra manera es utilizando a los hijos, por ejemplo, llevándoselos a cientos de kilómetros con lo que se empeora, por un lado lo económico porque supone un incremento a la hora de las visitas al tener que costear un viaje más una estancia, sin contar el sufrimiento tanto para el progenitor como para los hijos al no poder tener la misma libertad de verse si viviesen relativamente cerca; no respetando los regímenes de visita; hablar mal a los hijos de la otra parte (¡Qué fácil se olvida que es su madre o su padre, y que los hijos no tienen que ver con nuestros asuntos como pareja, pero,… ¡otra vez el dolor!); manipularles para sacar información (la ignorancia en cuanto a la nueva vida de tu ex, es lo mejor, ya que todo te va a parecer mal. Cuanto menos sepas mejor), o, utilizarles de mensajeros para dar determinada información ya que no se atreven a ponerse cara a cara, ni quieren cruzarse ni una sola palabra. Otra forma muy curiosa es la de una mujer que envió una carta a la nueva pareja de su ex contándole la joyita que se llevaba y augurándole el futuro de su relación. Como ella nos decía: “Ya sé que no está bien, pero lo necesitaba. Me he quitado mucha mierda de encima y me he quedado de un a gusto,…”. Pero en realidad, ¿Qué ha conseguido?

En caso de infidelidades es muy común mandar mensajes de móvil, mails, cartas,…(que requieren un gran “trabajo de investigación” para conseguir estas direcciones, pero quien la sigue la consigue, y aquí el esfuerzo que hay que hacer no importa), en los que se saca toda la rabia y rencor, deseándoles todo lo peor, además de recitar toda una serie de “piropos”, y cómo no están incluidos los “piropos sexuales”, alabando todos los atributos y el “buenhacer” sexual, que hacen temblar hasta las piedras; hay quien llega a pinchar las ruedas del coche; hacer pintadas que ponen en evidencia a la persona (aquí el problema se hace totalmente público, por si alguien no se había enterado),…

Otro camino que puede tomar la venganza es a través de la fantasía. ¡Cuánto dolor se puede llegar a aliviar por medio de nuestra imaginación! Fantasear no tiene límites: personas que piensan en las peores situaciones que pueden ocurrirle a su ex, tales como que le entre una enfermedad grave y se muera, que tiene un accidente mortal, que puede llegar a atropellarle con su coche,… Todo tipo de barbaridades que supone que acabaría con todos sus males…. En fín que nos ponemos en función del otro, sin darnos cuenta de que mejor es sacar energía para salir adelante, y no malgastarla en tonterias. Bueno, aunque aquí, al fin y al cabo, todo se queda en la imaginación.

Y es que a las personas cuando se nos hace daño, más tarde o más temprano, sacamos las garras para defendernos porque, en realidad, lo necesitamos. Pero como hemos dicho anteriormente, es una fase a superar y hay gente que se queda anclada ahí y se pasa el día maquinando cómo hacer daño. Ocupa demasiado tiempo y espacio en su cabeza y para qué: te impide rehacer realmente tu vida y te amargas cada día un poco más. No merece la pena.

Podemos cuestionar eso de que “la venganza se sirve en plato frío”.

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Por Lurdes Lavado y Mertxe Gil

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febrero 2011
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