Pues que te olvidas de ti. Así de fácil, y olvidándote de ti, imágináte, ¿Dónde quedan tus deseos?, ¿Cómo consigues satisfacción en la vida?, ¿En qué consiste la felicidad para ti?, ¿Tienes miedo a mostrarte tal cual eres porque crees que no te van a aceptar?, ¿En la pareja siempre dices sí aunque te gustaría decir no?
Esto de complacer se puede llegar a convertir en un verdadero problema para la persona ya que deja de ser tú mism@ y te conviertes en lo que los demás desean y esperan de ti. Por encima de nuestras cabezas es cierto que pulula el “tienes que ser buen@ porque así vas a funcionar mejor”.
En la pareja esto se ve mucho. El complacer, en los primeros momentos de la relación es algo que está “bien”, que esta “permitido”, forma parte del juego de la seducción”, pues todos queremos mostrar nuestra mejor cara, agradar a quien tenemos en frente y a través de esto conquistarle ya que al que lo recibe le deja un sabor muy agradable. Da igual el ir a un lugar o a otro, “no me importa, pide lo que tú quieras”, “vale, lo que tú digas”,… Pero, claro, todo tiene un límite, ¿no? Nos han enseñado y hemos aprendido (algun@s más que otr@s, todo hay que decirlo), a dar y a dar, dar aquello que se nos pide, a ser buenas personas porque así no generamos problemas y se nos quiere más. En fin, así nos va, ¿verdad? Decir sí a todo, ser una persona sumisa hace que corramos el riesgo de darnos cuenta (y si hacemos esta toma de conciencia ni tan mal, ya llevamos camino adelantado) que hemos dejado de ser nosotr@s y nos hemos convertido en lo que los otros desean o esperan de nosotros.Con el tiempo te das cuenta de que acabar con esta actitud es muy complicado. Por un lado te da miedo porque así es una forma de evitar conflictos y por otro porque pensamos que si dejamos de complacer nos van a dejar de apreciar, que en realidad es lo que pretendemos. Todos estamos acostumbrados a que se nos vea de una determinada manera y salirse o funcionar fuera de ese papel se nos hace cuesta arriba y en demasiadas ocasiones imposible.
Debemos de decir que esto de complacer es más típico en las mujeres que en los hombres. Nos viene de lejos. “La mujer debe de ser buena y atender al marido”. Consiste en renunciar a ser tú misma y entregarte a los demás: hij@s, pareja, familia,… Y, ¿a nosotras quién nos atiende?” Pues está más que demostrado que o lo haces tú o no lo hace nadie. No nos podemos conformar con las migajas que nos den.
Llevando esto a la relación de pareja, con los sentimientos de por medio y con las luchas de poder que se crean, es muy fácil que una de las partes caiga en esta “enfermedad por complacer”. ¿Cuándo surgen los problemas? Pues, en parte, cuando uno de los miembros, para evitar los temidos conflictos, o la separación en último término, se acostumbra a ceder y a complacer al otro. Y siempre le toca cumplir este papel y entonces llega un momento en que toda esa complacencia se vuelve en contra y hace que la persona llegue a sentirse frustrada, insatisfecha, anulada, cansada,…
Existen muchos modos de complacer, depende de la persona, de la pareja. En el día a día las personas complacientes se dejan llevar, buscan que la otra parte se sienta complacida, bien y le da lo mismo qué es lo que se haga, diga, piense, con tal de agradar y no crear conflicto. Y si lo llevamos al terreno sexual, son personas sin iniciativa, dispuestas a hacer lo que se le pida aunque ello suponga desagrado para ellas. Esto está claro que depende de la propia persona. Nadie te obliga a que seas de esa manera. Y es que encima con el tiempo esto hace que la otra parte pierda el interés y que muchas veces se le haga una carga pesada ya que cae a sus espaldas el tener que decidir en muchas ocasiones de manera unilateral y esto acaba pasando factura.
Así que, hagamos un alto en el camino y reflexionemos sobre cuál y cómo es nuestro comportamiento en este terreno. El agradar y complacer está muy bien, pero siempre sin perdernos de vista, sin dejar de ser nostr@s mismas, buscando y satisfaciendo nuestros propios deseos. Acordaos de aquello que os decíamos: “Sé egoísta y busca tu propio placer y bienestar en todos los terrenos”. Tú eres como eres y si estás a gusto, muéstrate tal cual, pues ese es tu encanto y atractivo, y a quien no le guste ya sabe cuál es el camino que debe seguir.