Nos ha pedido una pareja muy amiga nuestra (M. y JR.) que hablemos en el post de este tema. Ellos hace unos meses se dieron un gran susto. El, una persona joven, 44 años, empezó a sentirse mal y tras unas idas y venidas mareantes al médico de familia, y sin un diagnostico acertado acude al hospital y se le detecta un problema cardíaco bastante importante. “Sin haberse dado cuenta” había tenido un infarto y tenía bastante dañado el corazón. Con 44 años, y de repente se veía envuelto en una situación así, y ella con él, y nunca mejor dicho, porque ella, ciertamente, está con él. Así pues, querida parejita, este post va por vosotros y esos otros que viven en silencio la misma o parecida situación.
Es común en los afectados, especialmente en aquellos que han sufrido ya un infarto o angina de pecho, que vean mermada su capacidad física y se sientan limitados en algunas de sus actividades vitales, como las correspondientes a las relaciones sexuales. A los problemas de disfunción eréctil o falta de deseo y lubricación que, en ocasiones, provocan algunos medicamentos empleados en los tratamientos de estas enfermedades, con frecuencia se suma el propio miedo que sienten a la hora de mantener estas relaciones (más de la mitad de los hombres que padecen esta problemática están afectados por la pérdida de la erección debido al miedo que les provoca el excitarse).
La persona identifica relación sexual con ejercicio y hacer ejercicio les asusta, el excitarse aumenta la frecuencia cardíaca y esto, temen les provoque un infarto y en último caso la muerte. Así que evitan las relaciones sexuales de la misma manera que evitan el ejercicio. Pero claro, para la pareja, que no hagan ejercicio puede parecerles mal,… pero la evitación de la relación les afecta de forma directa, no se sienten deseados, no se encuentran a través del cuerpo,… y el sentir todo esto les hace moverse entre la tristeza, la impotencia y la culpa.
Pero en relación a este miedo hay que decir que no está del todo justificado. De hecho, el esfuerzo físico que entraña una relación sexual es equivalente al que se necesita para subir tres pisos por las escaleras o dar un paseo ligero. Hasta hace 20 años cuando alguien sufría un infarto o tenía problemas de corazón se daba por hecho que tenía que dejar el sexo. Por ello, todavía hoy son muchos los pacientes que temen las consecuencias que les pueden deparar esas prácticas, a pesar de que, según señala la propia Fundación Española del Corazón, «los casos de fallecimiento durante el acto sexual se producen en un porcentaje muy bajo». En este sentido, un estudio realizado sobre 5.559 casos de muerte repentina por causas no traumáticas, desveló que sólo 34 fueron por motivos cardiológicos y se produjeron durante el coito. Además, en 27 de esas 34 relaciones, la persona fallecida estaba realizando el acto sexual con una pareja distinta a la habitual.
Es el propio proceso de recuperación el que indicará cuándo se puede volver a hacer una vida normal y, por tanto, a recuperar también la actividad sexual y si se duda o para quedarse uno tranquilo se le consulta al cardiólogo ¡y listo! También es conveniente acudir al sexólogo, en pareja, y subrayamos lo de en pareja, para reestructurar la intimidad. Y aunque el citado proceso de recuperación dependerá de la fuerza del infarto y de cómo haya quedado de lesionado el corazón, lo habitual es que el paciente pueda retomar la actividad sexual más o menos a las tres semanas del ataque.
Señalar y subrayar también que el infarto no deja secuelas físicas a nivel sexual, sino que éstas son básicamente psicológicas, como ya hemos dicho por culpa del miedo. Lo que sí puede provocar problemas de impotencia son ciertos medicamentos empleados en el tratamiento de las dolencias cardiovasculares. Los nitritos y los hipotensores producen un descenso de la tensión arterial, y todo lo que baja la tensión arterial provoca también un descenso en la erección. Pero hay buenas noticias: con un hábito alimenticio bajo en sal y grasas estos medicamentos se pueden reducir, con lo que sus efectos secundarios también se reducirían y si aún así el tema no va, no nos tenemos que dar por vencidos ya que también se pueden administrar pastillas como Viagra, Cialis o Levitra., que nos ayudarán en la erección, pero por supuesto con supervisión médica.
Así pues, ya veis, no corréis ningún riesgo importante por mantener relaciones sexuales, el mayor riesgo es que volváis a recuperar la ilusión y el goce que provoca el encuentro con la otra persona, y eso sí, cuidadín que ya sabéis que crea adicción.