Sí, sí, sí, el deseo es lo que tiene. Cuando aparece no ve más allá de su objetivo, que es el ser satisfecho. ¿Te apetece acostarte con tu mejor amig@, comerte dos palmeras de chocolate seguidas, darte un capricho caro con el dinero del que no dispones…? Da igual, el momento es el momento, lo que venga después, o sea las consecuencias, ya se verán. O como ya habréis oído sobre esa pareja a la que en un momento de calentón, no tienen preservativo y cogen lo que más a mano tienen: una bolsa de pipas. Pero claro, ¡todo no vale! La factura que puedes llegar a pagar es cara. Esta chica, la verdad, es que ha tenido que sufrir lo suyo. Pero bueno, lo que decimos el deseo es lo que tiene: cuanto antes pueda ser satisfecho mejor.
Esta noticia del uso de una bolsa de pipas como preservativo, nos ha llevado a recordar cuál fue el origen de los mismos.
Los primeros preservativos estaban elaborados a base de tripas u otros órganos de animales atados en sus extremos para retener el semen en su interior.
Sobre el origen de la palabra condón hay dudas. Por un lado, se cree que viene del latín”condus” que significa recéptaculo, o de “condere” que es, proteger, esconder. Por otro, dicen que debe su nombre al doctor Condom de Inglaterra, quien supuestamente fabricó condones con tripas de cordero, a petición del rey Carlos II, para evitar embarazos no deseados en sus concubinas y por miedo a conatgiarse de enfermedades venéreas.
En la cultura oriental utilizaban papel de arroz o papel encerado para evitar los embarazos.
Parecido al preservativo femenino estaba el introducir la vaina de una semilla, esponjas empapadas en limón para hacer el ph de la vagina ácido,… antes de la penettración, para que el semen quedase allí.
En el siglo XVI el anatomista y cirujano Gabrielle Fallopio, famoso por haber descrito los canales que conducen del ovario al útero, diseñó una vaina hecha de tripa de animal y lino que se fijaba al pene. Estaba destinado a prevenir enfermedades de transmisión sexual, como la sífilis y gonorrea.
El primer condón de goma vulcanizada se fabricó en 1870. Las instrucciones de uso indicaban cómo lavar el preservativo antes y después del uso. Y se utilizaba hasta que se rompía. En fin, esto, hoy en día es como de chiste, ¿verdad?
No fue hasta el siglo XVIII cuando se reconoció la utilidad del condón como contraceptivo. A partir de la década de los 60 con la aparición de la píldora declinó el uso del condón y de nuevo, en los 80 con la aparición del VIH-SIDA volvió a resurgir con mayor auge. Ya sabéis, es el único método que nos protege de las enfermedades de transmisión sexual.
Hoy en día, la variedad de condones que existen es infinita, a gusto del consumidor: de todos los sabores (fresa, chocolate, tutti frutti, incluso a cuba-libre…), estríados, con mayor o menor sensibilidad, más grandes, más pequeños, retardantes… Vamos, para no aburrirnos.
Así que, dejémonos llevar por el deseo, “atengámonos” a lo que pueda pasar y que no nos ciegue demasiado.