El otro día os sugeríamos una sesión de caricias olvidándoos de los genitales. Ya sabemos que esto no es visto con muy buenos ojos ni es tomado con agrado ya que estamos demasiado mediatizados por ellos, y que conste, que no pretendemos quitarle la importancia y el valor que les corresponde, ya que el placer alcanzado a través de ellos es insustituible, y un orgasmo no se cambia por nada.
El hecho de “pasar de los genitales” tiene un objetivo muy concreto: darnos cuenta de la sensibilidad del resto del cuerpo sin estar mediatizados por el pene y por la vagina. Se trata de sentir de otra manera, ya que como decíamos, el órgano sexual por excelencia es la piel. De hecho en la consulta cuando damos esta indicación de “prohibido tocar genitales”, por ejemplo en un caso de falta de deseo, lo que estamos haciendo es aumentar las ganas ya que lo prohibido siempre se convierte en lo más deseado.
Esto para nada quiere decir que deba ser así siempre. Nada más lejos de la realidad. Pero sí que de vez en cuando, dedicarnos con más tiempo al cuerpo en general, recorriendo cada uno de sus rincones, es enriquecedor y excitante, y nos activa el resto de los sentidos. El cuerpo hay que conocerlo y hay que quererlo. Cada cual debe responsabilizarse de su propio placer y, sin jugar a ser adivinos ni esperando que lo sea nuestra pareja, pedir lo que nos guste y apetezca.
Por supuesto, cada cual en cada momento hará lo que le apetezca y convenga. Y otras veces optaremos por el “aquí te pillo, aquí te mato”, cuando la pasión está a flor de piel y el deseo quiere ser satisfecho de inmediato. Aunque no olvidéis que, en un momento determinado, erotizar la espera de lo genital suele ser un potenciador infalible del deseo.