Yo más bien creo que sí.
Otros creen que no.
Pero yo creo que sí. Hay quien ha dicho que el iTablet será para los periódicos lo que el iPod fue para la música, es decir, el vehículo sobre el que reorientar la estrategia de negocio para facilitar el camino a quienes quieren seguir comprando discos, pagar por ellos y eludir las redes por las que circulan copias privadas no de forma ilegal, pero sí ciertamente engorrosa (fakes, sólo orientadas a grandes éxitos, baja calidad…).
El iTablet, para quien no lo sepa, es la nueva gran apuesta de Apple. Un dispositivo del tamaño de un ebook, con pantalla de 9 ó 10 pulgadas, pantalla multitáctil como la del iPhone, conexión a Internet (3G, Wifi) teclado virtual y posibilidad de múltiple uso como reproductor de música, vídeo, lector electrónico y consola portátil. Todo en uno, pero con un formato ya atractivo para servir de plataforma de lectura online de periódicos reales (no páginas web). Todo ello vinculado a la tienda de Apple (iTunes) y su App Store, que en el caso del iPhone y el iPod Touch es el gran centro comercial de aplicaciones, juegos y programas diversos.
El cacharrito, aún en desarrollo, será presentado con toda probabilidad el día 27 en una de las habituales keynotes de Apple en San Francisco, California, y antes inclusio de anunciarse oficialmente ya ha obligado a sus competidores, en particular al ebook Kindle de Amazon, a acelerar su expansión, resituarse en el mercado y abrir su hasta restrictivo catálogo y distribución (sólo en USA hasta hace unas semanas) a marchas forzadas.
Por lo que se refiere a la prensa tradicional, bien harían los periódicos en comenzar a preguntarse cómo sacarle provecho. iTunes lleva camino de alcanzar al CD como soporte musical más vendido y no hace mucho que ha rebasado los mil millones de canciones descargadas. Hay, por tanto, mercado. Hay quien quiere seguir pagando por contenidos digitales, aunque parezca lo contrario.
La prensa puede y debe adaptarse. Recibir en el iTablet el periódico del día, bien diseñado, jerarquizado y ejecutado por profesionales es un valor añadido por el que muchos querrán pagar. El precio, como en la música, deberá ser inferior (no hay gastos de distribución) y quizá, como en el caso de la música, uno debería poder suscribirse únicamente, por ejemplo, a la sección de deportes de El Correo, o a las páginas locales, o al suplemento dominical, lo mismo que los discos se venden por canciones.
La posibilidad de pirateo es mínima, sobre todo si las redacciones actualizan y ‘suben’ las páginas con frecuencia. No tiene sentido piratear un contenido que es diferente cada día. No sería, además, un producto incompatible con el periódico en papel, al que aún le quedan muchos años de vida. Una estretegia de mercado así, en todo caso, acabaría con las actuales webs de los medios tradicionales, incomprensibles páginas ‘gratis total’ cuyo mantenimiento se empieza a replantear el sector (The New York Times se plantea volver a cobrar por el acceso a contenidos).
Son algunas relexiones a bote pronto, pero seguiremos dándole vueltas.