Travels in the Scriptorium, la última novela de Paul Auster, ha aparecido ya en los mercados anglosajones del pacífico, Australia y Nueva Zelanda. Antes aún, por tanto, que en el país natal de Auster, donde Henry Holt espera publicar el publicar el libro a comienzos de 2007. Añadimos a nuestra Guía de Críticas, por tanto, algunos comentarios aparecidos en los principales periódicos de la zona, como The Australian o The New Zealand Herald. Yo ya he leído también mi copia de Travels. Y bueno, como vienen a reseñar la mayoría de las críticas, se trata de un interesante ejercicio de metaliteratura, un curioso relato menor que elude la narración de una historia (al menos en primer plano; Auster vuelve a jugar con cajas chinas) para centrarse en el relato psicológico sin resolución clara. Lo bueno, que los fans de Auster recordarán a medida que lean la novela a los personajes de libros anteriores (Anna Blume, Fanshawe, Quinn…) que regresan ante quien parece el alter-ego del escritor, Mr. Blank, un anciano encerrado en una habitación. Lo malo, que los nuevos lectores del neoyorquino, que en el mundo de habla hispana posiblemente se acerquen a la novela tras el revuelo mediático que causó su obtención del Príncipe de Asturias, se encontrarán con un relato para iniciados, poco representativo de la literatura de Auster.