Reproduzco la columna que publico hoy en El Correo:
Los libreros de las universidades americanas solían colocar las novelas de Paul Auster detrás del mostrador, fuera del alcance de los clientes. Era sólo una medida de cautela, porque habían comprobado que sus trabajos más tempranos (‘La trilogía de Nueva York’, ‘El país de las últimas cosas’ o ‘La música de azar’) eran los que más frecuentemente desaparecían sin pasar por caja, las que más robaban los veinteañeros sin blanca. Auster solía compartir el honor con los autores del movimiento ‘beat’ (Charles Bukowski, Jack Kerouac, Williams S. Burroughs), que también deslumbró a toda una generación.
Esa teoría mantiene el crítico de The Washington Post Jeff Turrentine en el comentario dedicado al último trabajo de Auster, ‘Brooklyn Follies’. «No sé si eso sigue ocurriendo», se sincera Turrentine, evidentemente desconectado de la realidad: los adolescentes ya no roban libros, los descargan de Internet o los intercambian de forma anónima. Pero el análisis de fondo es el mismo que ayer pusieron sobre el tapete varios de los académicos que valoraron el trabajo de Auster: la conexión del autor de Brooklyn, de 59 años, con los jóvenes a quienes dobla la edad.
Al estudiante solitario, a kilómetros de su hogar, le gusta pensar que un golpe de azar o un encuentro casual puede dar un giro en su vida, lo que les ocurre a los personajes de Auster. Las coincidencias fantásticas de sus novelas son irresistibles y quien busca la evasión sucumbe enseguida a la endiablada sencillez del neoyorquino.
Y no es sólo por su evidente compromiso anti-Bush, de rebeldía, porque ello no define su obra. Es por las situaciones, los personajes, el azar, la vida. Se ve cada día en los ‘blogs’, donde lleva meses tejiéndose un creciente movimiento treintañero de análisis de la obra de Auster, un fenómeno que se reproduce con cuentagotas con otros autores veteranos. Otro ejemplo, Haruki Murakami (Kioto, 1949), que mi generación empieza a descubrir a gran escala.
www.paulauster.blogspot.com
Entrevista :: “Intento ser honesto en cada palabra que escribo”