Los internautas rechazan la medida del Gobierno contra las descargas ilícitas y utilizan argumentos demagógicos, como “censura” o “atentado contra la libertad”. Circula por la Red un manifiesto “en defensa de los derechos fundamentales en Internet” [ http://www.facebook.com/group.php?gid=186879394498] manifiesto que me niego manifiestamente a firmar, entre otras razones porque considera que descargar productos culturales (música, cine, literatura, fotografía, etc) es un derecho fundamental del internauta. El primer punto del manifiesto reza: “los derechos de autor no pueden situarse por encima de los derechos fundamentales de los ciudadanos”. Esto es obvio, pero ¿acaso es un derecho fundamental del ciudadano descargarse Ágora, la más costosa producción del cine español?
Este manifiesto abunda en trampas lógicas -falacias-, como son afirmaciones verdaderas, que se utilizan como argumento contra ideas que se falsamente se suponen contrarias. Por ejemplo: “Internet debe funcionar de forma libre”. Cojonudo. El problema es ¿que entiendes por funcionamiento libre? Por ejemplo, ¿es contrario a la libertad tener que pagar para acceder a determinados contenidos visuales pornográficos? ¿Es contrario a la libertad que existan zonas restingidas con contraseñas, o para “abonados”? Tal vez los defensores de este Manifiesto responderían No, pero en cambio consideran que sí es contrario a la libertad no poder descargarse Ágora o el último disco de mi admirada Norah Jones. Es decir, se utilizan argumentos espúreos para defender la piratería de las descargas.
Otro término muy demagógico, que también aparece en el Manifiesto, es lo de la “interferencia política”. Suena mal, sin duda. Nos hace recordar, qué sé yo, los totalitarismos, la Europa del Este, ese Estado que interfiere en nuestra vida. Basta usar el término “interferencia política” para ganar adeptos para cualquier causa. ¡Internet libre sin interferencias políticas! El problema es que la política interfiere en todo, en nuestra economía para empezar, recaudando impuestos, como nos interfiere la Justicia nuestra libertad para atracar a quien nos parezca. Así, el punto 7 del Manifiesto dice: “Internet debe funcionar de forma libre y sin interferencias políticas auspiciadas por sectores que pretenden perpetuar obsoletos modelos de negocio e imposibilitar que el saber humano siga siendo libre”. Aquí se recurre a la falacia de equiparar “libre” (free) a “gratis” (free). Podría ser cierto que el saber humano es libre (nos hace más libres, diría yo), pero no es cierto que el saber es gratis o deba serlo, para ser libre.
Entiendo que a quien ha estado consumiendo langostinos gratis no le hace gracia que se los empiecen a cobrar. Tal vez deberían tener en cuenta el trabajo de los productores y distribuidores.
Existe un movimiento internacional muy pujante llamado Software Libre, también conocido como Copyleft, que busca libertad total para uso, copia, distribución y modificación de cualquier producto, registrado o no, que circule por la Red. Es la abolición de los derechos patrimoniales con el argumento de que toda obra es de “dominio público”. Abran el museo del Prado, retiren la vigilancia y dejen que las hordas grafiteras rectifiquen la Historia de la pintura, para modernizarla y democratizarla.
Puedo parecer poco progre, o poco digital, pero me niego a creer que Internet signifique que ya no existen barreras en la propiedad intelectual. Nos encontramos ante una auténtica jungla, y va a ser difícil que el Gobierno ordene o ponga coto a este gatuperio.