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En buena lógica

Burricie a todo trapo

Los presos visitan a Platero
Sesión de asnoterapia en un geriátrico de Alhaurín de la Torre, en Málaga. / E. R. B.

El último grito o rebuzno en materia de gansoterapias es la llamada Asnoterapia. Así lo pregonan numerosos periódicos de España con entradillas como : “Cada vez más terapeutas confían en las bondades del burro para tratar dolencias como el Alzhéimer y el autismo”. Hace poco la noticia salió en un informativo nacional, porque están llevando burros a las cárceles españolas para que los toquen los reclusos con problemas mentales, cual si fueran paños bendecidos por la mismísima Virgen, así como centros de mayores en los que se encuentran pacientes con Alzhéimer. Uno de los cronistas de las maravillas de la asnoterapia formula y responde a la pregunta trascendental de esta guisa: “Por qué los burros sanan? Porque son buena gente”. Y en este plan. Si miran en internet, casi todos los diarios regionales incluyen esta misma noticia:

http://www.hoy.es/20091209/sociedad/presos-visitan-platero-20091209.html

Esta noticia tiene tres posibles tratamientos, y tal vez el más socorrido es analizar cómo el periodismo actual ha renunciado a cualquier intento de rigor y credibilidad y se ha lanzado por la resbaladiza pendiente del tabloide/magacine. En otras palabras, cierto periodismo se está vendiendo a la más pura burricie. Pero esto es como hacer leña de árbol caído, ya que la prensa (en papel o digital) no goza de buena prensa entre los lectores serios. La prensa ha sido abducida o googleada por el universo de la información de libre circulación y bulo, mientras que los viejos reporteros de raza, los que aprendieron a rastrear la información hasta el origen, analizarla y probarla a fuego, han quedado excluidos a un reducto de viejas glorias antipáticas.

El segundo análisis que se me ocurre es el de la necesidad de la gente de aferrarse a falsas esperanzas ante problemas para los cuales hoy en día la ciencia no ofrece una solución. Y me refiero a problemas como el Alzhéimer, la parálisis cerebral y en cierta medida también el autismo, afecciones mentales graves que precisamente se citan como las principales benficiadas de la asnoterapia. Que el Alzhéimer es irreversible hoy en día, está fuera de duda (aunque se está investigando mucho en terapias, y dando pequeños pasos esperanzadores), como irreversibles lo son los daños de una parálisis cerebral de importante afectación motora, por mucho que se acaricie el pelaje de Platero. En cuanto al autismo, hay que matizar, pues existen tratamientos intensivos de muchos años de duración, desarrollados sobre todo en los Estados Unidos, como el ABA, el TEACCH y PECS que, iniciados en los primeros años de vida, pueden normalizar hasta un 80% a un niño autista. Pero estos tratamientos exigen miles de horas de dedicación y un ingente esfuerzo de los padres, además de la ayuda de terapeutas especializados. Nada que ver con la imposición de manos en el burrito.

Los numerosos artículos que circulan sobre asnoterapia coinciden en la afirmación de que “cada vez más terapeutas defienden que la asnoterapia funciona”. Todo esta sarta de disparates es adornada por el cronista con un barniz de cientificidad –que se desprende a poco que rascas- con frases como “la estimulación del sistema límbico o cerebro emocional produce una mejora en las funciones cognitivas”. Imagino que es cierto que hay un montón de terapeutas paletos que apuestan por la asnoterapia, pero dudo que ni un 5% de los profesionales colegiados dé un céntimo por esta nueva moda de la borricoterapia. Así que, por favor, dejen de incluirnos a los profesionales de la psicología en estas creencias irracionales que carecen por completo de cualquier estudio serio de evaluación.

Lo más grotesco de todo el asunto es que algunos se están forrando con el cuento de llevar al burrito de un lugar a otro, de una cárcel a un centro de tratamiento, para que los enfermos lo acaricien un rato. En fin, ante este abigarrado panorama de terapias alternativas (todo vale) resulta cada vez más difícil defender la psicología científica. La figura del psicólogo atraviesa malos momentos con tanto intrusismo.

Y una apostilla, para los recelosos: creo que la convivencia con animales, como los perros, puede resultar muy beneficiosa para las personas y estoy seguro de que puede tener efectos terapéuticos, especialmente con personas depresivas y ancianos. Es de elemental sentido común. Pero tener un perro (con todos los cuidados y responsabilidades que conlleva) no tiene nada que ver con acariciar un jumenco itinerante.

Por Ignacio García-Valiño

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