¿Qué tiene el “poder del pensamiento positivo” que me indigesta y me genera tantos efectos negativos? ¿Por qué mi ánimo se ensombrece cual nubarrón cuando me encuentro a uno de esos tipos que me explica que la clave de su éxito es creer ciegamente en sus metas y en su capacidad de alcanzarlas, visionando positivamente su vida? Desde que el coaching y las terapias de autoayuda hicieron explosión en Estados Unidos, el fenómeno no ha hecho sino crecer, y actualmente genera un negocio descomunal. Todo cuanto se proponga puede conseguirlo, si lo cree de veras. Concéntrese sólo en su meta y retire de su mente todo lo que obstaculice su creencia en ese éxito. No deje que le interfiera ningún pensamiento negativo acerca de sus limitaciones o de sus riesgos…. Esta filosofía del logro llevada a extremos delirantes empezó en el mundo de la empresa y los negocios, y ahora se hace coaching hasta de cómo tener mejor sexo con tu mujer, porque mediante tu concentración en positivo puedes obtener el orgasmo simultáneo y encadenado a través del punto G, incluyendo fantasías creativas. Para conseguirlo sólo tienes que acudir a un curso de coaching de fin de semana, que te saldrá más caro que comprarte un traje. Cualquiera que se forme en estos cursos puede hacer coaching para sus amigos y allegados. El secreto siempre es el mismo: pensar en positivo. Hay que mostrarse en todo momento positivo, dinámico, irradiar energía y optimismo, porque eso atrae el éxito. Es el pensamiento positivo como disciplina espartana. Las librerías dedican secciones enteras a este género en auge, la conquista de la felicidad nunca fue tan fácil como ahora. Libros convertidos en super best-sellers, como “El poder del ahora”, “El secreto”. Esta nueva filosofía, a la que encima se le da un barniz de cientificidad, afirma que nuestra mente atrae todo, la fortuna y la desgracia, por eso debemos alejar cualquier crítica o queja. Todo el mundo habla de las “energías positivas”, y la mayoría de la gente tiene su propia creencia particular sobre estas energías y el uso que se les da, lo mismo sea para curar un cáncer que para aprobar un examen. Yo percibo una gran mentira en el coaching, sobre todo cuando lo enfoca fuera de la empresa y los negocios y aborda las relaciones personales y la autoestima, y no sólo por intrusismo profesional con los psicólogos, sino por la visión instrumental que impregna todo cuanto toca. Y son tantos los adeptos a esta filosofía que quienes la ponen en cuestión son víctimas de linchamiento colectivo. Y quienes critican a los escépticos (“dejadnos ser positivos, amargados”), no se dan cuenta de cuánto nos cargan sus monsergas, de cuánto nos impiden ser optimistas y disfrutar del presente con sus lecciones baratas de felicidad.
En mi opinión (pero no es una idea original mía), cuando te enfrentas a una tarea, a un reto, a cualquier prueba, el enfoque adecuado es: maximiza tus oportunidades y minimiza tus riesgos, pero sin albergar expectativas irrealistas. Porque el gap entre tus expectativas y tus logros es lo que baja tu autoestima. Al maximizar tus oportunidades no las deformas ilusoriamente, sino que te concentras en ellas, al tiempo que mantienes a raya los riesgos, sin dejar que te coman el terreno. Pero cuando trabajas con personas con problemas de autoestima, en terapia, hay que enseñar a trabajar duro para enfocar las oportunidades y no los riesgos: no se trata sólo de “pensar”, sino de trabajar duro estrategias cognitivas para un reencuadre de creencias. No es tan fácil como “pensar”, por eso los manuales de autoestima sno una estafa parecida a lo de “aprenda inglés en tres semanas”.