Ayer embalé mi bicicleta y la envié a Barcelona. En 10 días estará en la línea de salida de la Titan Desert. Mi amigo Pedro, de Ciclos Maestre, hizo un buen trabajo: sólo fue necesario quitar la rueda delantera, los pedales y el manillar. Así no tendré que hacer muchos ajustes la víspera de la gran cita. Todo entró muy bien protegido en una caja de cartón de Specialized, la misma marca que mi montura.
El paquete es voluminoso. Son 17 kilos de aluminio, ilusión y aventura. No sé en qué proporción, pero llegó a la cita cargado de ganas de disfrutar. El reto asusta a cualquiera, pero tengo claro que voy a vivir la experiencia. Yo soy mi único rival. Espero que el entrenamiento de los últimos tres meses sea suficiente despensa para el atracón de kilómetros que nos esperan…