La primera citra cicloturista de la temporada a la que me enfrentaba en mi preparación de la Quebrantahuesos. La Bilbao-Bilbao 2008 una prueba en la que más de 6000 participantes recorrimos 116 kilómetros sin demasiadas dificultades montañosas pero a un ritmo importante…
El día comenzó con dudas desde el punto de vista meteorológico. Para colmo me había levantado con un molesto dolor de rodilla seguramente debido al exceso de entrenamiento, y es que los excesos se pagan. A las 07:30 horas había quedado con los compañeros de grupeta que disputaríamos la prueba. Todos estaban fuertes y con ganas. Ún buen plato de pasta para desayunar, todo el material preparado y nos vamos hacia el centro comercial desde el que partía la prueba.
Esto del tiempo es algo a lo que no termino de acostumbrarme. A primera hora hacía frío y opté por culotte y chaqueta larga. Muchos de los participantes optaron por ir de corto. A las 08:30 tomamos la salida. Lo hicimos en el primer grupo ya que no queríamos llegar excesivamente tarde y ya se sabe que cuanto más tarde más paliza se pega uno.
“Se nota que ha llovido poco la gente viene muy preparada” se oía en los primeros kilómetros. El recorrido había cambiado ligeramente frente a otras ediciones y hubo problemas en calles estrechas en las que debido a la gran cantidad de cicloturistas nos veíamos obligados poner pie en tierra y avanzar andando hasta pasar el embudo.
Nos planteamos la prueba como un entrenamiento. Un ritmo exigente pero sin llegar a exprimirnos. Y así fueron trancurriendo kilómetros en los que aprovechábamos para hablar con gente de todos los puntos de España y Europa.
Si hay algo que siempre me llama la atención en estas pruebas son las bicicletas de los participantes. Se pueden ver auténticas joyas de dos ruedas. Si antes por cada bicicleta de carbono veías 5 de aluminio, ahora las tornas han cambiado. El carbono se ha apoderado del pelotón.
Llegamos al avituallamiento en el kilómetro 61 de la prueba. De nuevo gran aglomeración de ciclistas y amenaza de lluvia. La organización nos ofreció galletas, refresco de cola, agua, zumos, chocolate. En nuestra “grupeta” contamos con un especialista en alimentación orientada al deporte que no estaba demasiado de acuerdo con estos productos… “Que Contador llega mañana que nosotros somos globeros… Jajajaja” Nos gusta meternos con él. pero sabe que el queremos.
Salimos de Zamudio con el objetivo de darlo todo en Morga, la última dificultad del día a 16 kilómetros de meta, pero antes llegó el acontecimiento más triste de la jornada. Camino de Munguía un cicloturista de 55 años se sintió indispuesto y cayó desplomado. Pese a los intentos de rehanimación de las asistencias sanitarias el ciclista falleció por un fallo cardíaco. El gran pelotón enmudeció. No había risas, nadie hablaba, ni animaba. Únicamente pedaleábamos, con esa imagen grabada y pensando lo injusta que es a veces la vida. Ahí se acabó mi Bilbao-Bilbao.
La ascensión a Morga fue intensa. lo dimos todo, demasiado en mi caso. En el descenso comencé a notar un dolor intenso en la rodilla izquierda. malas sensaciones. Es la parte más rápida de la prueba. 16 kilómetros contrarreloj en un interminable terreno llano hasta la Gran Vía bilbaina. Y todo un suplicio sobre ruedas. A duras pensa pude seguir el ritmo marcado por el grupo pero el cuentakilómetros era mi aliado. La llegada estaba ahí. La entrada en la ciudad con los aplausos de la gente, los ánimos de los familiares y amigos, las cámaras de fotos. Uno se siente reconfortado. Al final 25 km/h de media y más de 4 horas sobre la bicicleta.
Desde este humilde rincón nuestro más sentido pésame a la familia y amigos del compañero fallecido y yo a descansar que el cuerpo humano es sabio y me ha dado un toque.