El ciclismo va siempre asociado a peligrosidad. Así lo ve mucha gente, sobre todo los padres de los niños que salen a menudo para practicar este deporte. Los ciclistas no tienen otro lugar donde poder prepararse. Pasan muchas horas entre vehículos, y en caso de accidente siempre van a salir mal parados. Para ello están los ‘carriles bici’, que a los ciclistas no les satisfacen porque son cortos o porque están en zonas urbanas. Esta prohíbido rodar en pelotón pero sí en grupo, es decir, circular en columna de dos como máximo. “Cuando vamos juntos nos vemos más seguros”, explica Castroviejo. La obligatoriedad del uso del casco ha estado en debate.
En España, a diferencia del resto de países de la Unión Europea, es obligatorio. Los profesionales se rigen por sus propias normas durante los entrenamientos. Siguen en la memoria de muchos el recuerdo de Luis Ocaña, fallecido en 1971 cuando descendía un puerto en el Tour de Francia junto a Merckx, Guimard, Van Impe, Agostinho y Zoetemelk. Este último le embistió cuando el ciclista español intentaba incorporarse.
Tampoco tuvo suerte Fabio Casartelli, una promesa del ciclismo italiano, que perdió la vida como consecuencia de la fractura craneoencefálica sufrida en el Tour de 1995, cuando descendía el puerto Aspet. Perdió el control de la bicicleta a unos 90 kilómetros por hora, se estrelló de cabeza contra un petril y salió despedido. La ausencia del casco, que no era obligatorio para los ciclistas, incrementó la violencia del impacto.El casco es obligatorio en carrera desde la caída en la segunda etapa de la París-Niza el 12 de marzo de 2003, en la que Andrei Kivilev, que no llevaba casco, sufrió una fractura de cráneo que le causó la muerte. Fue el momento en el que los corredores se concienciaron de que el casco en carrera es fundamental. Landaluce explica como por una caída tonta en carrera cuando subía a 20 por hora rompió un casco. Él cree que es “necesario”.