En el descanso, todavía se recordaban las remontadas del Athletic en Copa, en una conversación no apta para aficionados con poca memoria. El Athletic había marcado poco antes de que el árbitro diera paso al rito del bocadillo y se veía factible darle la vuelta al 2-0 adverso de Vallecas. Sin embargo, nada más comenzar la segunda parte, el viento cambió. De Marcos daba síntomas de un cansancio desmedido por la saturación de partidos. Caparrós colocó en la banda izquierda a Etxeberria. Un cambio discutido pero que podía funcionar. Era la duración -quedaban 40 minutos- y el partido perfecto para el elgoibarrés. Poco después, la sangría de ocasiones perdidas llevó la deseperación a la grada. Perdonó mucho el Athletic y nada el Rayo, que marcó dos goles en las únicas ocasiones de que dispuso. Hubo unas cuantas clamorosas: el disparo al larguero a puerta vacía en la primera mitad, la galopada de De Marcos poco antes del cambio, varios cabezazos de Llorente. El exceso de generosidad de los rojiblancos había de pagarse caro. Al contragolpe llegó el gol madrileño. San Mamés quería seguir soñando y se aferró al gol de Javi Martínez, que peinó con acierto poco después del varapalo. Y a partir de ahí, la matxinada en todas las filas rojiblancas, el abordaje desesparado. Adiós a la Copa.